Casi parece una ley inquebrantable. Durante cada año, el periodo de vacaciones es en el que más rupturas sentimentales se acumulan. De hecho, a día de hoy, España es el segundo país de la UE con más separaciones .Curiosamente, la inmensa mayoría de estas giran en torno a estas fechas de descanso y de tiempo libre.
Pero, ¿es que hay una maldición con las parejas y las vacaciones? La realidad es mucho más sólida que esto. Hay ciertos factores que se concentran precisamente en dichas fechas, elementos que tocan de pleno a la relación y que la ponen a prueba tanto para bien como para mal. De hecho, vamos a profundizar en ello.
Qué motiva las separaciones y divorcios en vacaciones
Saber como superar una separación de pareja es algo a lo que se enfrentan muchísimas personas a lo largo de toda su vida, y es algo que, curiosamente, se concentra tras los periodos de vacaciones. Las visitas a los psicólogos por estas razones, hasta las búsquedas en internet de este tipo, crecen en los meses de septiembre y octubre sobre todo. Curiosamente, cuando el verano ha llegado a su fin.
Y es que algo tienen las vacaciones que hacen que las parejas se rompan. No es por el calor, tampoco porque haya coqueteos con terceros. La realidad es que todo estaba sobre unos cimientos bastante débiles. Aun así, resulta interesante analizar qué hay en estos periodos de descanso y más contacto que hace que una relación pueda irse al garete.
Más tiempo conviviendo
Hay veces en las que una relación se sostiene, entre otras cosas, por el poco tiempo que la pareja pasa junta. Las condiciones de trabajo y los horarios, sobre todo cuando ambas personas tienen un puesto a jornada completa, hacen que sea difícil mantener mucho contacto a diario. A eso hay que sumar el cansancio, la fatiga y también esas otras actividades que hay a diario.
Pero, cuando llegan las vacaciones, el tiempo de disponibilidad es absoluto. Ambas personas pasan mucho más tiempo juntas, y eso hace que surjan a la luz esos detalles que, generalmente, no son tan molestos. Aquí se pueden convertir en la gota que termina de colmar el vaso. Surgen más conflictos y discusiones, aumenta la intensidad en los encontronazos y, en definitiva, la relación se enfría.
De hecho, este tiempo de más convivencia y la celebración de las vacaciones, si bien es cierto que a veces puede ser reparador, también puede ser dañino. Cuando las vacaciones no van como se esperaban, el sentimiento de decepción aflora por ambas partes, lo que va llevando poco a poco a esas rupturas que tanto se ven, sobre todo durante los veranos.
Tampoco hay que dejar a un lado que las vacaciones suelen ser puntos de inflexión importantes dentro del calendario. Para muchos, es un periodo que sirve para reflexionar sobre su vida más allá del trabajo. Valorar si pasa el tiempo que quiere y como quiere, y eso incumbe también a la relación que se mantiene. Si esta no va bien por el motivo que sea, es posible que se considera que no es viable para el futuro.
Más encuentros familiares
La familia también tiene mucho que decir en esto de las separaciones. Generalmente, las personas que trabajan lejos de su antiguo hogar, o simplemente por el hecho de tener más tiempo libre, recurren más a las visitas familiares. Ir a casa de los padres o de los suegros, quedar con unos primos o hermanos, incluso retomar el contacto con esos tíos a los que hace tanto tiempo que no se ve.
Son ocasiones que, en ocasiones, se prolongan durante días, hospedándose en la casa de dichos familiares. Eso, si las relaciones con la familia van bien, no tiene inconveniente alguno. Sin embargo, si uno de los miembros de la pareja tiene algún tipo de tensión con un familiar, puede ser otro aliciente para los problemas en la relación.
Una discusión por un detalle tonto, algún comentario cruzado y fuera de tono. Hay muchas chispas que pueden encender la mecha con la que todo estalle. Aunque, por lo general, esto no es algo que vaya solo. Cuando un encontronazo con la familia lleva a una separación, es porque hay más factores detrás. Una relación debe ser mucho más sólida como para romperse ante algo así.
La cuestión es que todo esto tiene como contexto el periodo vacacional. Son situaciones, son factores que, en otras circunstancias, es mucho menos probable que se den, lo que hace que al final la relación se acabe por una o por las dos partes. Desafortunadamente, pasa mucho más de lo que se suele pensar, y el motivo principal de todo es que, realmente, la cosa ya no iba a ninguna parte. Solo hacían falta más tiempo y más situaciones diferentes para que todo se cayera.