Opinión

¡Viva La Pepa, el Pepe, el Popo y el Papo!

Antonio Felipe Rubio | Jueves 29 de abril de 2021




Corría el año 1970 cuando la embarcación Benisa cargó en Alejandría (Egipto) una gran cantidad de bloques de piedra, resultado de desmontar el Templo de Debod que estaba amenazado por la inundación que provocaría la presa de Asuán. El Templo egipcio, erigido en honor al Dios Amón, fue concluido por el faraón Ptolomeo V. ¡Estamos hablando de 200 años antes de Cristo! Posteriormente, fue actualizado por los emperadores Augusto y Adriano.

Ya en el siglo XX, el Gobierno de Egipto agradeció a varios países occidentales su colaboraron para salvar los monumentos del valle ribereño del Nilo donando diversos monumentos. A España se le adjudicó esta maravilla que se ubica en el lugar que ocupaba el Cuartel de la Montaña, junto a Pintor Rosales (Madrid).

Cuando se estibó el Benisa, hubo al menos 180 cajas que contenían bloques que no llevaban numeración. Al descargar en el puerto de Valencia no sabían muy bien qué hacer con los bloques de piedra sin numerar. Definitivamente, decidieron enviar todo en camiones hasta Madrid y, una vez allí, los expertos tendrían que recomponer el rompecabezas. Afortunadamente, en aquellos años setenta, Madrid puede disfrutar de una maravillosa reliquia histórica de gran valor y belleza. Y, para quien no lo conozca, el Templo de Debod no es un monolito, columna conmemorativa o construcción de escaso porte; es un templo visitable, antecedido de una imponente sala hipóstila.

Ahora, con los indudables avances de la ciencia: láser de alta precisión para arqueología (LiDar), transporte especializado, informática… un juez admite la demanda de un sectario grupo que pretende proteger una RÉPLICA del Pingurucho de los Coloraos. La sentencia considera el riesgo para su traslado contagiada por la alta hipersensibilidad que le trasmite el demandante, que le advierte de los más que inevitables daños que se producirían si se procede a su traslado, operación que se ha precavido por el Ayuntamiento de Almería adjudicándola a profesionales expertos en la materia.

En 1970 concluyó con éxito el desmontaje, traslado y nuevo montaje de un monumento ORIGINAL de los años en los que en Almería había un asentamiento fenicio arrebatado por Escipión el Africano en su campaña de conquista de la Hispania romana, dando lugar a lo que Plinio el Viejo denominó “Portus Magnus”. Ahora, en 2021, existe grave riesgo de destrucción masiva en el pretendido traslado de una réplica que se erigió en 1988… una “histórica y arqueológica” copia -además, nada respetuosa con el modelo original- con la friolera de 33 años de antigüedad.

Las cauciones e hipersensibilidades judiciales quedan perfectamente justificadas cuando una demanda prevé riesgo, y ante un peligro augurado no vayamos a tener problemas si, por azaroso destino, algo se tuerce; así que por sí o por si no, mejor lo dejamos como está y nadie se complica la vida.

El problema es que ahora la Plaza Vieja quedará como está, con los ficus levantando el suelo con sus raíces, ocultando y obstaculizando espacios y visibilidad. Además, se queda en su actual emplazamiento el Pingurucho para horror del mismísimo Fibonacci (autor de la “sucesión” que lleva su nombre, y al que debemos la ideal proporción que tienen las pantallas de nuestros nuevos Smart TV).

Las nuevas medidas en la pandemia abren las fronteras provinciales y amplían horarios para dar respiro al sector del turismo intrarregional: comercio, bares, restaurantes… Sin embargo, la Plaza Vieja quedará obligada a permanecer intocable y sin posibilidad de abrir posibilidades para nuevas opciones abiertas a la potenciación del turismo y comercio. Igualmente, continuaremos quejándonos del estancamiento del casco histórico y el efecto de tracción que ejercería una optimización del centro generatriz de la actividad administrativa del municipio y sus efectos colaterales positivos para el resto de actividades productivas y de promoción cultural de la capital.

Muchas gracias, queridos sectarios de la nostalgia de esta infame Memoria de un solo sentido ideológico. Gracias a vosotros “disfrutaremos” de otro largo período de “progresismo” que se patentiza en la involución y la parálisis.

Ahí tenéis vuestro tótem. Adoradlo y, sobre todo, felicitaos por haber “cobrado la pieza” en vuestra particular cacería contra el fascismo; porque en el fondo de eso se trata. Y, mientras conseguís este tóxico éxito, también habréis logrado ahondar más en la confrontación de criterios ideológicos, estéticos y de oportunidad: la insaciable obsesión del revanchismo gerracivilista de la ultraizquierda, a la que se suma el típico oportunista egocéntrico.

Disfrutad mientras fijáis otro nuevo objetivo en la insidiosa carrera por detener el futuro para engrandecer vuestro infausto pasado, convirtiendo el presente en un páramo de progreso.

Y que ¡Viva La Pepa, el Pepe, el Popo y el Papo!

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