Opinión

Ni Andalucía es Madrid, ni Madrid es España

Rafael M. Martos | Miércoles 05 de mayo de 2021

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Escuchar las valoraciones de los políticos tras unas elecciones suele ser un ejercicio estéril, porque siempre los interpretan –al menos hacia el exterior- del modo más benévolo en relación a su actuación durante la campaña, y además son capaces de afirmar un día que sus resultados son extrapolables, y al siguiente que no es así.

El resultado de las elecciones autonómicas de Madrid solo puede servir de referencia para Andalucía o para España, pero solo eso, de referencia. Es absurda la conclusión que difunde como argumentario el PP de que han perdido las elecciones aquellos que promovieron la moción de censura en Murcia que, siendo un dato objetivamente cierto, carece de sentido porque ningún madrileño pensaba en ella cuando votó.

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Las realidades sociales, económicas, históricas y políticas, son diferentes entre unos territorios y otros, y por eso los mensajes tampoco deberían ser los mismos, como podemos contrastar con la propia Andalucía.

Para empezar, el PP lleva gobernando en Andalucía poco más de dos años, mientras que en Madrid lo hace desde 1995, lo que marca unas diferencias abismales tanto en lo positivo como en lo negativo. Lo positivo para el PP andaluz de llevar poco tiempo, no se acusa el desgaste, y difícilmente va a poder ser acusado de corrupción o cosas similares de un modo serio, más allá de una pataleta en el aire a las que nos suele tener acostumbrado el socialista almeriense Rodrigo Sánchez Haro; lo negativo es que aún no ha podido capilarizarse en todos los ámbitos sociales y económicos como ocurre cuando se llevan décadas en el poder.

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Por otra parte, el PSOE andaluz está inmerso en una guerra que no existe en el de Madrid, y además, allí han contado con todo el aparato de La Moncloa en apoyo al candidato Ángel Gabilondo. En Andalucía, si Susana Díaz es la candidata contará con la indiferencia –como poco- de La Moncloa, en tanto que si Pedro Sánchez coloca a alguien de los suyos, la indiferencia será del “susanismo”.

Y otra clave es que el PP tiene muy fácil su mensaje sea quien sea cabeza de cartel por el PSOE. Si es Susana Díaz, basta con recordar todo lo prometido no ejecutado durante sus años de gobierno, pero también a ella irán los palos de aquello que el gobierno de Sánchez haya prometido y no ejecutado… que no es poco. Si el candidato es otro, del ala “sanchista”, es suficiente con que le asocien con los pactos con Bildu, ERC, PdeCat y demás… eso no se le ha perdonado al PSOE en Madrid, y tampoco se le perdonaría en Andalucía.

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Tampoco tiene fácil el PSOE en Andalucía pensar en una coalición con su izquierda, como sí era posible en Madrid. Es verdad que Susana Díaz, que renegaba de Podemos, llegado el caso pactaría con ellos bajo la premisa de evitar que el PP y la extrema derecha sigan “haciendo daño” a los andaluces, pero es que aquí, la división en esa parte del electorado no solo es mayor, es que además los de Teresa Rodríguez no perdonarán a los socialistas su activa complicidad para aniquilarles en el Parlamento como grupo.

A todo esto, la situación de Vox en Andalucía no es precisamente buena si nos atenemos a hechos tales como el devenir del grupo parlamentario, que perdió a su número uno entre acusaciones de corruptelas, que perdió a su portavoz adjunta tras denunciar acoso por sus compañeros… y que muchos de quienes les han votado han venido comprobando que más allá de usar un tono bronco en sus diatribas, de ahondar en el lenguaje guerracivilista que comparten con Podemos, sus propuestas útiles, las serias, las aplicables, esas, ya las pone en práctica el PP, eso sí, sin echar leña al fuego de la crispación.

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Vox carece en Andalucía de esos referentes de liderazgo político y mediático –no solo es que te saquen en la tele, es que tú, como líder, encandiles-, porque además lo que sucede en Madrid sale en todos los medios, y lo que ocurre en el Parlamento Andaluz, pues a veces ni se conoce aquí. Eso explica que Vox en Madrid haya resistido, lo que no implica que en Andalucía pudiese hacerlo, o en todo caso, que lo hiciese por las mismas razones.

Algo similar podría decirse de Ciudadanos. Al igual que Vox, en Andalucía no son más que la marca de aquellos que salen en las teles estatales, y su futuro aquí va ligado al de allí, y por mucho que se empeñe el vicepresidente Juan Marín, y por mucho que tengan la presidencia del Parlamento Andaluz… si Edmundo Bal no ha logrado entrar en la Asamblea de Madrid, y con ello su presencia mediática desciende hasta la irrelevancia, es muy complicado que puedan tener futuro sin la magia de Albert Rivera y de Inés Arrimadas.

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A partir de aquí solo hay tendencias. Tendencias… y campaña, porque hacer peor campaña que la de Gabilondo e Iglesias es tan difícil como hacerla mejor que Ayuso… que ha arrasado sin prometer absolutamente nada.


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