Opinión

Los tres años de la pesadilla de Pedro I El Falso

Víctor Hernandez Bru | Miércoles 02 de junio de 2021


Esta semana se han cumplido tres años de uno de los días más nefastos de las actuales cuatro décadas de sistema democrático. Pedro I El Falso, que ya hacía honor a su nombre antes de llegar, bajo promesa de convocar elecciones de manera inmediata y so pretexto de una corrupción insoportable del partido que gobernaba, el PP, que manchaba también a su líder, Mariano Rajoy, sin que nada de ello haya sido avalado antes ni después por los tribunales de justicia, ganaba una moción de censura que lo convertía en presidente del gobierno.

Desde entonces, este país, que por ahora y no se sabe por cuánto tiempo más se sigue llamando España, ha alcanzado la nada desdeñable de 650.000 parados más, 235.319 millones de deuda pública más, 50.000 empresas menos y un 40 por ciento más de paro juvenil. No está mal, para una legislatura fallida de un año y la mitad de otra.

A ello podríamos unir algunas hazañas más, como acercar a cárceles cercanas al País Vasco a todos los presos etarras que estaban lejos menos a cuatro, a pesar de que a Susana Díaz no le conste; plantear el indulto de los presos golpistas del 1-O; permitir que miles y miles de inmigrantes entren ilegalmente en España, atraídos por el efecto llamada de las condiciones del propio gobierno; que nuestra frontera Sur sea un cachondeo digno de república bananera; que millones de euros se vayan para Venezuela como pago de no sé sabe qué; y que nuestro país haya sido durante meses y meses el de mayor número de muertos a causa del Covid-19 por cada millón de habitantes.

Y sin hablamos de promesas incumplidas, pues ya lo sabes muy bien, querido oyente/lector, el gobierno con aquellos con quien dijo que no le dejarían dormir, los pactos con los herederos y defensores de ETA y los acuerdos con partidos catalanes cuya única razón de ser es proclamar la independencia de aquella región.

Eso sí, alguien podría decir que se han puesto en marcha las medidas del tan cacareado escudo social, aunque ahí tampoco parece que los éxitos sean para hacer un monumento: ya se sabe, pagos y ayudas sin cobrar, colapso en las oficinas de servicio al ciudadano para tramitar sus ayudas, subidas elefantiásicas de impuestos, que a doña Susana tampoco le constan, y sablazos como el que ‘disfrutamos’ los españoles desde ayer, un ‘lapo’ de proporciones cósmicas en nuestro recibo de la luz, que iba a ser para ricos, pero que tenemos que pagar todos como si lo fuéramos.

Ciertamente, siendo a la vez rigurosos y generosos, no es fácil poner el foco en algún éxito de este gobierno de los gorditos felices, las analfabetas y los vacilones de playa. Siendo muy, muy forofo, alguien podría decir que lo mejor de todo ha sido desenterrar a Franco, asunto capital que, como todo el mundo sabe, ha mejorado notablemente la vida del común de los españoles y que contrasta notablemente con ese espíritu de concordia y anti-revancha que ahora lucen los chicos de Sánchez. Eso sí, teniendo en cuenta cómo le han ido las cosas al gobierno y al país y no siendo muy creyente en maldiciones y similares, a lo mejor más le valdría a Pedro I El Falso devolver a Franco a su sitio, no sea que el Caudillo termine por levantar la cabeza.

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