Rafael M. Martos | Martes 10 de agosto de 2021
Si alguien tiene razón, lo justo es dársela, y si la ultraderecha la tiene, no ha de serle negada. Así, cuando califican de “iluminado” a Blas Infante, lo justo es decirles que sí, que en efecto Blas Infante era un “iluminado” de tal magnitud, que a día de hoy nos sigue alumbrando su luz.
Y es normal que se refieran así a una persona que estudió Bachillerado por libre, porque su familia no se podía permitir costearlo, y que lo mismo hizo con Derecho, pese a lo cual obtuvo el título en un año menos, y eso que vivía en Casares y la Facultad estaba en Granada, yendo solo a los exámenes para poder trabajar mientras.
Infante también aprobó las oposiciones a Notarías, pero no pudo ejercer inmediatamente porque aún no tenía la edad legal para desempeñar la profesión. Aún así, le quedó tiempo para medio manejarse en dos o tres idiomás, además del suyo.
Con estos dos datos bastaría para que algunos dejaran de menospreciar la capacidad intelectual del malagueño a quien los dos estatutos de autonomía, y el Congreso de los Diputados, reconocen en justicia como Padre de la Patria Andaluza.
Infante escribió cuentos para niños, fábulas, obras de teatro, cientos de artículos en diversas revistas sobre temas tales como la economía, la agricultura, la historia, política internacional, geografía, geología, religión, música… además diseñó la estructura y el interior de su casa familiar, a la que llamó “Dar Al Farah Tierra de la Alegría”.
Infante tuvo tiempo de investigar el origen del flamenco y establecer una de las teorías más reconocías sobre el mismo, pero también se ocupó de analizar las motivaciones por las que Andalucía, siendo una tierra tan rica, sus habitantes eran tan pobres.
Pero ante todo, Infante lo que hizo fue hilvanar con gran precisión las costuras de Andalucía, hilando desde los orígenes de los tiempos hasta la época que le tocó vivir, y por encima de cualquier cosa, fue un hombre comprometido con sus semejantes, con la Humanidad. Comprometido hasta la muerte.
Es curioso que quienes hoy le ningunean, quienes aseguran que era prácticamente un don nadie, no entren a explicar entonces por qué los falangistas no tardaron ni un mes en ir a su casa, y llevárselo detenido en mitad de la fiesta de cumpleaños de una de sus hijas un 2 de agosto. En la denuncia, Falange destacaba que era conocido e importante, lo que sin duda explica aquella urgencia, pero son los mismos -ellos y sus afines- quienes ahora sostienen justo lo contrario.
A Infante lo asesinaron, porque en el momento en que fue arrestado la legalidad vigente era aún la republicana, y cuando le dispararon también, y él no había cometido ningún acto ilegal. De hecho, el propio Régimen franquista reconoce que se trató de un crimen cuando intentó enmendarlo haciéndole un juicio sumarísimo tres años después de haberle tiroteado en la noche del 10 al 11 de agosto de 1936 en el kilómetro 4 de la Carretera Carmona-Sevilla. El juicio devino en sentencia condenatoria a muerte para que los asesinos no pudieran ser considerados legalmente como tales.
Esas prisas por acabar con su vida contrastan con ese machacón run-run de que Infante era un loco… y para muestra, su conversión al Islam en su viaje al norte de África, porque claro, hay que estar muy loco para eso, como lo demuestra el cristiano comportamiento de las monjitas a las que frecuentemente donaba dinero y que le negaron auxilio cuando yacía ensangrentado en la carretera, y por supuesto el cristiano comportamiento de quienes le mataron, y la cristiana bondad de quien ordenó y justificó el crimen. Eso es cordura… lo de Ahmad Infante… locura, porque incluso era masón… que ya no se sabe qué es peor, que hasta se permitía criticar a los comunistas de salón, y a los republicanos.
Infante, ese de quien dicen que no era nadie pero encabezó las asambleas autonomistas y la Junta Liberalista, y hasta presidió con apoyo unánime la Junta proautonomía que tenía como fin la difusión del ideal andalucista, aparece una y otra vez en los periódicos de la época como referente ideológico e intelectual, y no sería tan irrelevante cuando consiguió armar una candidatura electoral bajo la siglas la Candidatura Republicana Revolucionaria Federalista Andaluza, colocando como número uno al hombre más famoso de España en aquellos momentos, al “héroe nacional” por antonomasia, Ramón Franco (hermano Francisco, el posteriormente dictador), el del vuelo Plus Ultra. ¡Pero si hasta consiguió el compromiso de que los anarquistas votaran! ¡Pero si hasta inventaron la publicidad en octavillas lanzada por el avión de Franco para que llegase a los jornaleros!... a quienes los caciques mantenían en el analfabetismo.
Y tampoco aquella Candidatura debió ser tan poca cosa cuando se boicoteó desde instancias oficiales con el llamado Complot de Tablada, todo lo cual deja en evidencia que tal vez Blas Infante no era tan insignificante como quieren seguir sustentando sus detractores. Si hubiese sido un desquiciado no habría hecho falta el Complot de Tablada, tampoco un afamado y admirado militar se hubiese sumado a la Candidatura, y desde luego, tampoco habrían tenido tanta prisa en asesinarle.
Infante fue, sin duda, uno de esos “hombres de luz” a los que se refiere nuestro himno.