Opinión

El odio también es progresista

Antonio Felipe Rubio | Miércoles 08 de septiembre de 2021

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Tras el Consejo de Ministros, la ministra respondió a preguntas de la prensa que la convocatoria urgente de la Comisión de Delitos de Odio iba contar con la presencia del presidente Pedro Sánchez, obviando responder sobre la naturaleza de la urgencia o los temas a tratar; eso sí, lo más importante era que estaría presente Sanchez, lo cual daba una prestancia suficiente como para que los contenidos queden relegados a un plano secundario. Como el Anís de la Asturiana, su presencia siempre agrada.

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La condenable agresión de unos repugnantes pandilleros encapuchados aún no se ha esclarecido. Son delincuentes despreciables como los que maltratan animales, queman vagabundos en un cajero y antaño la emprendían a morrillazos con el tonto del pueblo o el gordito del colegio. Gentuza así no se extingue, y se acrecienta con tan deficiente modelo educativo, ausencia de moral y medios de comunicación que vierten basura.

Sobre la agresión, ya tipificada como delito de odio homófobo, no se conocen identidades, ideologías, nacionalidades, actuantes, móvil de la agresión… pero sí se focaliza la atención en la autoría “diferida” de cierto sector político que, dicen, se prodiga en instilar mensajes homófobos, racistas, machistas… que incitan a la caza de homosexuales, extranjeros y mujeres desvalidas. Así, y con la apresurada carrera por el desbarre, se ha llegado a tildar de “talibanes de la política española” a los integrantes de VOX, a los que con todo “cariño” alguna progresista estabulada por el tal Rufián le desea “matar” como solución final para erradicar la derecha en España.

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Sinceramente, no acabo de entender la pulsión del gobierno por el aderezo aplicado a delitos ya tipificados nítidamente. El odio es un sentimiento-pasión inherente a la especie humana, tal como lo es su más distante oponente: el amor. Amor y odio han sido objeto de amplio tratamiento histórico para entender el decurso de la humanidad. Y, a diferencia de los humanos, los animales están exentos de ese sentimiento aunque su ciclo vital incluya matar para sobrevivir; pero la leona no odia a la gacela que servirá de alimento a su prole, ni el crótalo asesta su mordedura venenosa por odio, agita su cascabel para avisar del peligro y evitar problemas.

Cualquiera puede sentir odio a algo a alguien por pura antipatía o aversión, incluso, con deseo de que le sobrevenga el mal. Yo odio el chucrut, su olor me repugna; como me repugnan los talibanes, el fundamentalismo, el socialcomunismo, el nazismo, la mentira, la manipulación… odio muchas cosas y no me reconozco como delincuente, simplemente quiero ser sincero con mis sentimientos y consecuente en la muestra de mi rechazo. Igualmente, me declaro incompatible con la sobreactuada hipocresía de los odiadores de la progresía que desean la muerte de un torero o “matar” a VOX y apedrearles, insultarles o también agredir a jóvenes del PP. La desfachatez con la que se despachan los promotores de la persecución de los delitos de odio es la típica de la viga y la paja.

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El objetivo de los gobiernos con pretensiones totalitarias es la claudicación de la respuesta social. Para llegar a controlar a la sociedad hace falta convencerles de que sólo hay un camino: el pensamiento único. Y esto hay adornarlo con gestos, emblemas y el lenguaje. Si no dices todos y todas, eres un machista; si crees que hay que blindar la frontera para evitar la ilegalidad, eres xenófobo; si crees que la fe de tus mayores no se debe infamar, eres islamófobo; si quieres echar de tu casa a los okupas, eres insolidario; si eres crítico con el poder detentado mediante manipulación y mentira, eres un facha. Y así sucesivamente, hasta que llega el momento de no saber qué decir, cómo hablar, cómo actuar, qué expresar para no ser estigmatizado como el arquetipo del odio y enemigo de la humanidad planetaria.

Con la pandemia se llega al extremo de no saber si salir o entrar; si exterior o interior; si a las diez a las doce de la noche… extraordinaria oportunidad para que un gobierno prospecte otras oportunidades de control de tu vida, tu hacienda y tu mente. Siempre tendrás el mismo sentimiento de culpabilidad y clandestinidad como los que ahora defienden las libertades y escuchaban La Pirenaíca burlando la opresión de Franco: estamos en las mismas, al fin y al cabo el fascismo de derechas es lo mismo que el fascismo de izquierdas.

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Por cierto, creo que en Alsasua (Navarra, España) se ha celebrado el “Día del Odio contra la Guardia Civil”. Los “progresistas” socios del Gobierno de España -y sin que el Gobierno de España se inmute- parece que no se cortan a la hora de nominar la convocatoria. ¡Qué coño eufemismos! Odio y más odio hacia los que, a lo mejor, un mal día uno de sus hijos ha de ser rescatado de la mar o la montaña; y la “odiada” Guardia Civil jamás reparará en si es hijo de un proetarra o del mismísimo Satanás, harán lo que saben hacer: salvar vidas y protegerte de la delincuencia. Dicho lo cual, pues miren, yo a estos convocantes del Odio también les odio.


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