En el fondo y en las formas, Els Joglars son brillantes. Su dominio de la escena es brutal. Y la genialidad de sus textos eleva a los altares el teatro como elemento de agitación y de reflexión sobre la vida. Anoche, jueves, representó en el Auditorio Maestro Padilla la obra ‘Señor Ruiseñor’, donde pone el foco en el ‘procés’ catalán y con una sátira ingeniosa enseña las situaciones ridículas a las que se puede llegar por una ‘patria’ mal entendida. Lo realiza con una interpretación coral excelente, una coreografía perfecta en la que el trabajo actoral, la música y la tecnología se fusionan para guiar al público durante la representación. Y, en el fondo, quiere poner de manifiesto que el arte es universal y no entiende de fanatismos, ni de patrias identitarias. O por lo menos, ese debería ser el ideal.
Esta argumentación la desarrolla a través de la obra ‘Señor ruiseñor’, donde Els Joglars cuenta la historia de un jardinero de Parques y Jardines, que debe dejar el trabajo por culpa del reuma y le ubican en el Museo Rusiñol, en homenaje al brillante pintor catalán Santiago Rusiñol. En el Museo hará de Rusiñol presentando las visitas teatralizadas del Museo. Pero al cabo de un tiempo, cuando él se ha enamorado del pintor, deciden transformar el Museo Rusiñol en el Museo de la Identidad Catalana. A partir de aquí se crea un conflicto entre los dos mundos: el de Rusiñol y el de los que defienden la identidad.
Así la obra cultural de Rusiñol choca contra el absurdo de unos personajes que quieren imponer una historia sesgada con el fin de poder contar con una patria cultural. Ingeniosos y llenos de malicia, algunas de las escenas son especialmente brillantes, como el homenaje a “Los ocho inolvidables segundos de nuestra república”, la referencia a Pugdemont (“Carlitos Puigdemente”), un Jordi Pujol dolido con el olvido de su obra por parte de sus ‘hereus’, la manipulación del lenguaje y la historia por parte de la directora del Museo y de la presidenta del Patronato, o la medición de la cabeza de todos los actores, pues según los separatistas, los representantes de la patria catalana tienen un cerebro más grande y ¡hasta cuatro pliegues más en el ano! (sic).
Frente al espejo se encuentra el jardinero, que cada vez conoce más la obra de Rusiñol, y se escandaliza con el desprecio al artista de cuya obra se ha enamorado. Hay que recordar que Santiago Rusiñol (1861-1931), nacido en el seno de la burguesía catalana, simboliza una personalidad intensa y compleja, con una visión melancólica, amarga y desencantada de la vida, Un hombre dotado de un gran talento personal que deriva en la pintura y cuya obra figura en las más prestigiosas colecciones. También alcanza gran notoriedad como dramaturgo, escritor y poeta. Su carácter ingenioso y cosmopolita hace de él un referente de lo que los españoles consideran la Cataluña cívica, culta y abierta al mundo.
La representación es una de las propuestas más potentes del Área de Cultura del Ayuntamiento de Almería dentro del programa Otoño Cultural. Els Joglars ha diseñado la puesta en escena con un círculo, la sala central del Museo, y alrededor una pantalla gigante donde se van proyectando las imágenes. De esta sala entran y salen los seis actores, Ramón Fonserè (también director), Pilar Sáenz, Dolors Tuneu, Xevi Vilà, Juan Pablo Mazorra y Rubén Romero. Arquetipos todos ellos de los personajes que manejan esta identidad. Entre los seis realizan un trabajo excelente, donde fusionan la música y el audiovisual, con coreografías, que sirven de transición hasta la siguiente escena.
Como afirma Ramón Fonserè, “con el ‘Señor Ruiseñor’ queremos reflexionar sobre la destrucción de unos conceptos de vida libre, conceptos que no han sido sustituidos en la actualidad. En Cataluña se ha arrancado o falseado el pasado y de esta manera se ha podido configurar un orden inventado. Solo se utiliza la parte de conocimiento y de tradición que conviene para contar un relato sesgado. Para nosotros, Rusiñol es la antítesis de este mundo: este artista de carácter ingenioso y cosmopolita representa la inducción a la vida alegre y sensual, el gusto por la belleza, la sutileza y el conocimiento. Santiago Rusiñol, como dijo Josep Pla, fue un destructor de fanáticos que representó una sociedad de ciudadanos holgados y juiciosos a orillas del Mediterráneo”.
Els Joglars demostró anoche que el teatro, además de entretener, sigue siendo una de las armas más poderosas para analizar de manera crítica la actualidad y la sociedad de nuestro tiempo.