Opinión

Ojo con el nuevo centro

Antonio Felipe Rubio | Jueves 21 de abril de 2022


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El presidente andaluz juega al despiste: ¿será verano u otoño?, ¿domingo, sábado… y por qué no será un viernes? Este adelanto electoral no es tan sorprendente ni sorpresivo, siquiera dramático por su motivación. Los motivos que impelen a Juanma Moreno obedecen, como siempre, a un escenario ventajoso según las encuestas propias y ajenas, así como las circunstancias que perjudican al contrario.

Frente al Partido Popular compite un PSOE liderado por un personaje absolutamente desconocido fuera del foro sevillano. Salvo por su cónyuge -la enchufada en la FAFFE que se afanaba denodadamente en el Wordperfect -, Juan Espadas viene a demostrar que es una pieza más en el engranaje de las miserias con las que el socialismo andaluz ha venido prodigándose durante casi 40 años en Andalucía, con la inestimable colaboración de los desprestigiados sindicatos UGT y CCOO, colaboradores necesarios para provocar el mayor daño social y económico que jamás conoció la Europa occidental en materia de corrupción, robo a manos llenas y el total desparpajo para pagar mariscadas, puticlub y cocaína con el dinero destinado a paliar el dolor de los parados.

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En cuanto a ciudadanos, su escenario se adornó como una representación del Mercader de Venecia, tanto en la estética ampulosa como en el concepto de mercadería. Ahora, ese escenario es ampliamente mejorado por una chavalería que pide una “perrillica pa la maya”. El atrezzo de liberalismo, centrismo y posibilismo fue desmoronándose con sucesivos traspiés al cambiar el paso de una pretendida marcha que jamás tuvo escrita una partitura inteligible.

Por lo que respecta a la ultraizquierda andaluza, poco me voy a extender. No sé quiénes son, dónde andan, a qué se dedican, cuantas facciones existen… Además, es ocioso precisar; pues mañana unos “matan” a sus amigos y otros se alían con sus enemigos: esencia pura del comunismo rampante.

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Y ahora queda VOX. Ante un apoyo creciente del electorado, todas las formaciones políticas a su izquierda tratan de acuñar un nuevo concepto de leviatán tal que el PSOE sacara a pasear el dóberman del PP. El interés por desmarcarse de cualquier identificación ideológica con una derecha inequívoca es una ayuda inestimable para definir a VOX como una opción nítida. Tanta insistencia en decir que “no tengo nada que ver con esa derecha extrema” es dejarle todo el espacio de la derecha a esa opción tan denostada, que no tendrá ningún inconveniente en hacerse con los votos de los que, en su día, apoyaron a los que hoy se muestran poco concluyentes con su ideología y modo de afrontar los problemas que nos aquejan.

En el algoritmo del PSOE acaba de aparecer una novedosa instrucción: hay que definirse como “centro”. Pedro Sánchez ya lo ha dejado claro en la entrevista con Susana Griso: “o un gobierno de coalición de la derecha con la ultraderecha o un gobierno de centroizquierda del PSOE con lo que representa el espacio de Yolanda Díaz”. El camaleón cambia de color. Ya no es la izquierda, siquiera el progresismo; ahora es algo que flota en el espacio de Yolanda Díaz. Pero, ¿qué es eso del “espacio”?, ¿quién demonios es Yolanda? Acaso es un nuevo partido, una escisión del entorno podemita o un nuevo coupage de los experimentados maridajes del Socialismo de Autor.

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Sánchez pretende hacerse con el centro ideológico. El socialismo caviar ya alcanza el universo espacial de Barbie Superstar. Ni el PP tiene derecho a ocupar el centro de la galaxia, que ya ocupa el nuevo centroizquierda cósmico de Yoli-Antonio.

Quieren convertir al PP en un planeta errante que orbita el agujero negro de la ultraderecha, dejando sin identidad el espacio del centro. Esto tenía sentido cuando existía el centro (UCD y CDS) escenificando la ruptura del franquismo, que aún mantenía caliente la cama de El Pardo, con una derecha que aún plañía por los rincones y que no pudo enjugarse las lágrimas gracias al insistente estigma del PSOE más corrupto de Felipe, el “maldecío” ZP y el que ha venido a superar todas las marcas.

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