Opinión

Sí, presidente, nos hacemos una idea

Rafael M. Martos | Miércoles 13 de julio de 2022

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El presidente Pedro Sánchez utilizó en el debate de política general un par de expresiones con el objetivo de calar como titulares de su discurso, siendo una que “vamos a por todas” y la otra que “me voy a dejar la piel”, pero también reiteró hasta el aburrimiento “para que se hagan una idea”, con la que pretendía situarnos en sus comparaciones argumentativas.

Y sí, nos podemos hacer una idea de cómo está el país, pero no escuchando a Sánchez, quien dedicó gran parte de su tiempo a hablarnos de Rusia, Ucrania o China, y eso que adelantó que no se andaría con rodeos, que iría al grano de lo que está yendo mal, y que miraría más al futuro que al pasado. Pero como es habitual en él, no fue así.

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Como es habitual en él, lo importante era él. Lo importante era ganar espacio electoral en la izquierda para evitar que su desangramiento electoral beneficie a su vicepresidenta Yolanda Díaz, y si para eso tiene que hacer anuncios vacíos de contenido real, pues se hacen. Así, pide al PP que se retrate sobre su propuesta –en realidad de Unidas Podemos- de poner un impuesto extra especial y temporal a las eléctricas y los bancos, pero cuando Cuca Gamarra (PP) le pide detalles sobre el mismo, su respuesta es que eso no es importante, que lo importante es si están a favor o en contra… y así todo.

Para que nos hagamos una idea de cómo está el país, hemos tenido que escuchar a Gabriel Rufián (ERC) y a Santiago Abascal (Vox) coincidiendo que sus dudas sobre si aquello en lo que participaban eran un “debate sobre el estado de la nación” por tratarse de oxímoron. Sí, también ambos quieren prohibir el derecho a la existencia del otro.

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Sí demostró Sánchez ser consciente de todas y cada una de las críticas que se le hacen, y a ellas quiso responder, pero se le olvidó que una de éstas es la relativa a su titulación académica, por lo que apelar a la superioridad de los expertos frente a los curanderos no parece la más adecuada cuando hay curanderos con despacho y tantos títulos colgados como cartelitos exhibió él durante su discurso.

Será por eso que el argumentario expuesto por el presidente Sánchez, tan detallado y contradictorio con su propios razonamientos anteriores –por ejemplo, asegurar que la crisis tiene que ver con un exceso de consumo, cuando él mismo animó a consumir para reactivar la economía, o sostener ahora que la inflación va para largo cuando hace unos meses sostenía que era pasajera- fue rebatido por Gamarra sacando a la luz sus inconsistencias, y por Rufián con la realidad pura y dura de los precios… nos hacemos una idea presidente, nos hacemos una idea.

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Pues toda esa inflación, esos dos dígitos, van a ser rebajados poniéndole gratis el tren de cercanías a unos cuantos, dando cien euros a los universitarios becados que posiblemente aún esperan el bono cultural y las ayudas del alquiler, y sin hacer ni una sola reforma estructural, ni una, ya que eliminar los contratos temporales no elimina la temporalidad en el empleo, pero sí permite el trilerismo dialéctico.

Es como la “excepción ibérica”, que permite bajar el precio mayorista de la energía, pero no el que pagan las familias, y los expertos de Sánchez no dicen cómo piensan actuar, más allá de condenarnos a pagar en diferido la diferencia entre el coste real y el precio “topado”.

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Es como la subida del salario mínimo, que supone incrementarle los costes a las empresas, que a su vez han de repercutirlo en el precio de sus productos, aumentando la inflación ¿esto es de curanderos o de expertos?

Pues nos hacemos una idea de cómo está el país, e incluso de qué hay que hacer para que deje de estar así.


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