Nos pide ahora el presidente Pedro Sánchez, que leamos los datos del paro “con lentes distintas”, como si el problema lo tuviésemos nosotros con nuestras gafas, y no él con su contrarreforma laboral.
Los datos merecen una reflexión, y no tanto por las cifras que arrojan sino por la tendencia que sugieren, como sucede con la increíble falta de análisis sobre la relación directa entre la subida del salario mínimo y la inflación. ¿De verdad que los cientos de asesores de La Moncloa no se percatan de que si obligas a una empresa a subir salarios por encima de lo que puede soportar, el empresario repercutirá eso en el precio de sus productos, y por tanto generará inflación? ¿de verdad que algo tan simple no merece una reflexión?
No, lo sencillo es aplaudirse por el incremento de contratos indefinidos, lo cual es una obviedad puesto que prácticamente han desaparecido por ley los temporales. Dicho de otro modo, si eliminas los contratos temporales, solo se pueden hacer indefinidos, por lo que exhibir como logro el aumento en un 30% o en un 40% de éstos respecto a épocas anteriores es hacerse trampas porque no se comparan magnitudes equivalentes.
¿Y qué es un contrato indefinido? Pues un contrato que sabes cuando lo firmas, pero no cuando acaba… y puede ser en un día, o en dos, o en siete, o dos meses, o en un año, o en diez años… indefinido no es igual que infinito. La diferencia, básicamente, es que ahora el empresario debe pagar una indemnización mayor cuando prescinde de un empleado, por lo que prefiere aguantar todo lo que pueda sin contratar a nadie, hasta que la carga de trabajo hace imprescindible aumentar la plantilla. Y ese sobre coste de indemnizaciones también acabará en aumento de gasto, que será repercutido en el precio final del producto, y por tanto… en inflación.
Ahora revisemos los datos de la provincia de Almería, que hasta la crisis negada de Zapatero, era líder en empleo. En nuestra provincia, el paro era mínimo porque tenemos unos sectores que permitían el trasvase de trabajadores de uno a otro, y así, el final de campaña agrícola coincidía con el inicio de la época de verano y la activación de la hostelería, y entremedias teníamos la pujante construcción y lo que con ella arrastra. No digo que ese sistema sea bueno o malo, me limito a sostener que garantizaba unos niveles de desempleo mínimos, del 7% o el 8%.
Merecería una reflexión que el sector servicios aumente en más de 900 desempleados al inicio de la temporada turística y de que ésta se esté configurando como especialmente buena, también que se hayan firmado más de 1.100 contratos menos que en el mes anterior, aunque eso sí, los que se han hecho se reparten casi a partes iguales entre los indefinidos y los temporales.
¿De verdad que ninguno de los asesores económicos de La Moncloa advierte nada en estos datos? ¿de verdad que no se percatan de los efectos de su reforma laboral?
A Pedro Sánchez habría que explicarle que si él es guapo, lo es, independientemente de que se le mire con unas lentes o con otras… pero también que hay gente que ha dejado de verle guapo, porque a los guapos, como a las guapas, si no tienen nada dentro de la cabeza, se les aguanta el rato de pasarlo bien, porque más allá de eso resultan insoportables. Esta misma reflexión puede aplicarse a la vicepresidenta Yolanda Díaz, cuyo ego no conoce más límite que aquel en que colisiona con el del presidente.