Un año después de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, el país se encuentra en un callejón sin salida. Su posición diplomática y comercial ha sido dañada, mientras que sus enemigos han sido revitalizados. Esta situación se ve reflejada en la trinchera de Azovstal, que resistió tres meses con víveres para solo 14 días.
La invasión de Ucrania por parte de Rusia, iniciada el 20 de febrero de 2022, ha tenido importantes repercusiones en el contexto internacional. Rusia, antes una superpotencia que basaba su estatus en el control y la venta de materias primas, ahora se encuentra en una situación diplomática y comercial que amenaza con destruir su imagen en el mundo.
Ante esta situación, la OTAN y la Unión Europea se han mostrado enfáticos en su negativa a retroceder ante el matonismo de Putin y han soportado con éxito las consecuencias económicas de las sanciones comerciales impuestas al gas y el petróleo ruso. Esta resistencia se ha visto reflejada en la trinchera de Azovstal, que se mantuvo durante tres meses con víveres para solo 14 días.
Una década después de la anexión de Crimea, el poder de Putin se ha visto significativamente debilitado. Los aliados de Rusia en el extranjero han retrocedido y el gobierno de Ucrania ha dado pasos decisivos para reconstruir su país. Ahora, el presidente ruso se encuentra en un callejón sin salida que amenaza con convertirse en el final de su presidencia.