El pasado miércoles la Audiencia Provincial de Almería ha condenado a un joven de 23 años a siete años de prisión, una multa de 72.000 euros y el pago de costas tras ser sorprendido por la Guardia Civil transportando una gran cantidad de anfetaminas. El acusado fue detenido conduciendo un vehículo junto con otras personas por Huércal de Almería (Almería) y llevaba consigo 5.173 pastillas de anfetaminas. Según la sentencia, el joven había cometido un delito contra la salud pública, al transportar una cantidad de droga que pone en riesgo la salud de la comunidad. Esta condena, contra la que cabe recurso de apelación, demuestra que el delito de tráfico de drogas no se toma a la ligera, y que los infractores están sujetos a ser castigados de manera adecuada a sus acciones.
Según el fallo de la Audiencia Provincial de Almería, el pasado 21 de julio de 2021 [1], el acusado fue sorprendido por la Guardia Civil circulando en un vehículo por la carretera AL-3111, en el que ocupaba un asiento trasero. En ese momento, se descubrió que llevaba consigo una caja de cartón cubierta con una toalla, dentro de la cual se encontraban 5.171 pastillas de anfetaminas, que sumadas a las dos que el acusado portaba en una bandolera, representaban un total de 2.105,11 gramos de estupefaciente, con una pureza del 0,71 por ciento. El valor de este producto de venta a terceras personas habría ascendido a 36.728,30 euros.
Frente a la versión exculpatoria presentada por el acusado, el tribunal optó por atender la versión ofrecida por otros pasajeros del vehículo, quienes identificaron al acusado como el responsable de la caja de anfetaminas. Esta gran cantidad de droga intervenida fue la que hizo que se elevara la pena impuesta.
Los agentes durante la actuación no detectaron ningún cambio de posición dentro del vehículo y perdieron de vista a los ocupantes. Durante la inspección del vehículo, los agentes preguntaron al acusado qué había en la caja que llevaba al lado, a lo que él contestó, según la versión de los agentes, "si tengo que decir algo, me lleváis preso". Los demás ocupantes del vehículo aseguraron que el paquete no era de ellos sino del acusado, quien habría admitido ser el dueño de las pastillas. El tribunal concluyó que "estas declaraciones demuestran sin ninguna duda que el acusado era el dueño y portador de las anfetaminas, y que las tenía con la intención de distribuirlas a otras personas".