El pasado día de S. Juan, al presidir nuestro obispo, Mons. Antonio Gómez Cantero, la Misa por el rito Hispano-Mozárabe, quedó patente, una vez más, que la variedad litúrgica se inscribe en la plena comunión católica. Porque, en el catolicismo, la unidad solo implica uniformidad en materia de fe. Otra riqueza litúrgica de la Iglesia Católica es la celebración con el Misal de San Juan XXIII, de 1962, fruto de los trabajos renovadores en el pontificado del Venerable Pío XII. En Almería se celebra habitualmente desde hace seis años.
Un poco de historia.
Un grupo de católicos almerienses que se desplazaba a otras diócesis para seguir el Misal de 1962, pidió, en mayo de 2017, tener en la parroquia de Santiago esta celebración, el inmediato junio. Esperaban peregrinos de fuera, vendría un sacerdote de otra diócesis. Mostré mi agrado, pero los remití al obispo, para proceder con más seguridad. A principios de curso recibieron contestación de Mons. González Montes, denegando la venida de un sacerdote foráneo, y remitiéndolos a unas próximas instrucciones. A final de octubre, D. Adolfo me encargó atender a este grupo. Pasada la sorpresa, acepté. A pesar de las dificultades, valoré mucho ese oficio -y lo expuse al Prelado- para que estos fieles tuvieran un sacerdote nombrado por la Jerarquía, de modo que no se vieran obligados a acudir a los cultos de grupos contestatarios.
El grupo solicitante se sintió colmado, y comenzamos los preparativos: posibles colaboradores, enseres imprescindibles, difusión, subsidio litúrgico bilingüe, repertorio básico de cantos… Para febrero de 2018 propusimos al Sr. Obispo iniciar las celebraciones pasada la Semana Santa. Fijamos la fecha del domingo II de Pascua, 8 de abril. Mons. González Montes pidió mi parecer sobre la oportunidad de presidir el propio Obispo la primera Misa con esta forma litúrgica. Me mostré rotundamente favorable, para realzar la eclesialidad de ese modo litúrgico. Así se hizo, con una catedral llena de fieles de algunas diócesis andaluzas, y varios sacerdotes. El equipo iniciador vivimos aquella Misa con enorme ilusión. Actué de asistente al lado del obispo, emocionado hasta el llanto. D. Adolfo aportó su arte de celebrar. Únicamente quedé extrañado y apenado por algunos visitantes, que acometieron al diácono al llevar la paz, afeándole algún fallo. ¡En plena celebración! ¿Qué reverencia y sentido de lo sagrado tienen cuando en plena Misa discuten? La fidelidad a las rúbricas es un elemento que cuidar… entre otros. Realmente, faltó más ensayo, las fotos lo evidencian. De todos modos, lo relevante fue tener un comienzo fuerte y eclesial. Siguió una instructiva conferencia del teólogo toledano Juan Miguel Ferrer, y una grata convivencia.
Una encomienda consolidada.
El inicio de la Misa con este uso litúrgico en la parroquia se demoró hasta el domingo 13 de mayo de 2018. Todo un acontecimiento. Seis años después, el esfuerzo y la constancia van consolidando nuestra comunidad, con los problemas, logros y retos usuales. Esta capellanía cuenta con un equipo fervoroso, servicial y generoso. La praxis de la fe ha generado fraternidad. Cuidamos la eclesialidad, implicados en la parroquia, clarificando cuando llega algún extremista. Tenemos acólitos por turnos, y un repertorio básico de cantos. Algunos sacerdotes han participado. Se proporciona un subsidio para facilitar la participación consciente, piadosa y activa, como viene siendo deseo de los Papas, particularmente desde San Pío X, y como pide el Concilio Vaticano II. Los fieles quedan encantados de su vivencia litúrgica. Al decir de Luis Buñuel: “No me gustan los herejes, ni Lutero, ni Calvino. Con ellos la misa se convierte en una conferencia aburrida pronunciada en una sala triste por un hombre vestido de negro. La Iglesia Católica, al menos, ha tenido el mérito de crear una arquitectura, una liturgia, una música que me conmueven”. Dios nos ha bendecido con una vocación a la vida consagrada. El nuevo Ordinario, Mons. Antonio Gómez Cantero, concedió el permiso recién imperado por Roma (2021). Bendito permiso que desmontó prejuicios vertidos contra el nuevo Obispo por clérigos de dudosa eclesialidad.
La unión entre católicos, ecumenismo ‘ad intra’.
La celebración de la Eucaristía según el Misal de San Juan XXIII en nuestra capellanía significa un sí al Misal de 1962 y un sí al Misal de 1970. Las formas litúrgicas se complementan, no pueden contraponerse. El mismo San Pablo VI quiso conservar el Canon Romano en el misal nuevo. Lo deseable es el mutuo respeto, en la diversidad y la caridad (Francisco, Evangelii Gaudium (24-XI-2013) nn. 98-101). Sin actitudes menos evangélicas. “En nuestras relaciones eclesiales, afortunadamente, no existe -ni debe existir- esa propensión a insultar y vilipendiar al adversario que se advierte en ciertos debates políticos y que tanto daño hace a la pacífica convivencia civil".” (Cardenal Raniero Cantalamessa, ante el Papa y la Curia romana, 3-III-2023) No hemos de cejar en la búsqueda de la unidad de la fe con la legítima variedad de liturgias, en fidelidad a la Tradición de la Iglesia. Al Misal de S. Juan XXIII le es tan ajena la desviación doctrinal de algunos como al Misal de San Pablo VI, la reciente desviación alemana. Parece deseable generalizar la actitud del cardenal Luis F. Ladaria, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe: “la unidad es un don que viene de Dios, no depende de nosotros y que, con esa ayuda, esas dificultades puedan superarse… Por eso vamos a procurar con la oración y nuestro espíritu de acogida que esto se pueda realizar lo antes posible” (InfoCatólica 8-X-2021). Merece la pena vivir esta experiencia eclesial de fervor, adoración y belleza ceremonial.