El pasado viernes, María Luisa Turrión, que igual no les suena, pero que es la madre del exvicepresidente Pablo Iglesias, salió en defensa de su hijo y de Podemos ante las críticas del coordinador autonómico del partido en la Comunidad de Madrid, Jesús Santos, que se mostró favorable a una candidatura de unidad con Sumar, el movimiento de la vicepresidenta segunda Yolanda Díaz. Turrión le exigió respeto por la formación morada que dirige desde las ondas su vástago, y le sugirió que dejara su cargo si había decidido unirse personalmente a Sumar.
Este episodio, al que solo le falta el diván del psicoanalista, es solo una muestra más del machismo oculto que impera en Podemos, un partido que se autoproclama feminista pero que en la práctica relega y ningunea el trabajo de las mujeres. Pablo Iglesias ha demostrado en varias ocasiones su actitud machista y paternalista con las mujeres, tanto dentro como fuera de su partido.
Hay muchos ejemplos, pero para no perdernos, mencionaremos el caso Dina, en el que Iglesias retuvo durante meses la tarjeta robada del móvil de su exasesora Dina Bousselham para "protegerla" porque "imagínese lo que supone para una mujer de veintipico años saber que esas fotos íntimas suyas acaban en manos de OKDIARIO, de Eduardo Inda, de Villarejo"... vaya, una mujer de ventipico años que necesita que venga un hombre a defenderla. Esta conducta le valió una acusación de revelación de secretos con agravante de género por parte del juez García-Castellón, que consideró que Iglesias dejó patente su sentimiento de superioridad frente a Bousselham.
Otro ejemplo fue el mensaje escrito por Iglesias en un chat del partido en el que decía sobre la periodista Mariló Montero: "La azotaría hasta que sangrase". Esta frase denota una clara violencia machista y una falta de respeto hacia las mujeres. No es de extrañar que feministas reconocidas como Nuria González hayan tildado las declaraciones de Iglesias de "machistas y bastante patéticas".
En una confirmación más de "dime de qué presumes y te diré de qué careces", Podemos se presenta como un partido defensor del feminismo y de la igualdad, pero lo cierto es que sus líderes masculinos acaparan el protagonismo y las decisiones, mientras que las mujeres quedan relegadas a un segundo plano o son utilizadas como marionetas. Así lo denunció la candidata de Más Madrid, Mónica García, que acusó a Iglesias de quitar del medio a las mujeres que hacen el trabajo sucio y de tutelarlas como si no supieran frenar a la ultraderecha. Esto fue en el contexto de las elecciones autonómicas de Madrid, en las que los electores lo mandaron a él al rincón de pensar.
El machismo en Podemos es un problema estructural que no se soluciona con gestos simbólicos ni con discursos vacíos, y por esto tal vez siguen sin reconocer los errores de la ley "suelta violadores", como si se viesen impelidos a demostrar que ellas, o ellos, o elles, o ellus, o ellís, no pueden equivocarse, porque eso es de hombres. Es necesario un cambio profundo en la cultura política del partido, que reconozca el valor y el liderazgo de las mujeres sin paternalismos ni condescendencias, por eso tampoco encajan en Sumar, donde sí manda una mujer que no admite ser títere del machirulo de turno.
Mientras tanto, lo único que queda es el espectáculo lamentable de ver a la enfurecida mamá de Pablete al rescate de su cachorrito, como si fuera una escena sacada del diario clínico de Sigmund Freud... o de remake de alguna película de Disney.