Opinión

La estrategia fallida del PP de Feijóo

(Foto: malasombra).
Rafael M. Martos | Sábado 01 de julio de 2023

El Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo se enfrenta a unas elecciones generales el próximo 23 de julio con una estrategia de campaña que está dejando mucho que desear. Lejos de presentarse como una alternativa sólida y moderada al gobierno socialista de Pedro Sánchez, el PP está cometiendo una serie de errores que ya han comenzado a tener su reflejo en las encuestas con la mejora del PSOE en ellos, y por tanto debería estar preocupando a quienes confían en el éxito de la confluencia en la “derogación del sanchismo”.

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Uno de ellos ha sido la gestión de los debates electorales. El PP rechazó participar en seis debates propuestos por el presidente y candidato socialista Pedro Sánchez, y solicitados por diferentes medios de comunicación. Con esta actitud, el PP pudo marcarse un tanto, ya que Sánchez parecía un aspirante desesperado por tener un hueco en los titulares, en vez de mostrarse “presidenciable”. Pero eso mismo se ha venido abajo cuando no han parado rechazar debates en uno u otro medio, confiando su suerte únicamente a uno, y anunciando que en otro a cinco dejará su silla vacía. El PP desperdicia una oportunidad de confrontar sus propuestas con las del resto de partidos, especialmente con las del PSOE, que se presentaba como un presidente acorralado. Además, sí estará Vox, lo que le hace perder presencia y capacidad de diferenciarse de la extrema derecha. El PP no ha sabido explicar a los ciudadanos qué le separa de Vox, ni tampoco ha querido enfrentarse a ellos en un escenario público. Así, el PP ha dado la impresión de tener miedo a debatir, de no tener argumentos sólidos y de estar supeditado a los intereses de Vox.


Otro error del PP ha sido el modo en que ha gestionado los pactos postelectorales en las comunidades autónomas donde no ha obtenido la mayoría absoluta. En Valencia, el PP se apresuró a pactar con Vox, cediendo en todo lo que le exigieron, y sin que los de Santiago Abascal cedieran en nada de sus planteamientos o cargos demandatos. En Extremadura, el PP cedió al final a la presión de Vox y dejó en evidencia a su candidata, María Guardiola, que había defendido hasta el último momento la autonomía de su partido.

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En ambos casos, el PP ha claudicado ante la extrema derecha en temas sensibles como los derechos LGTBI y la violencia machista, renunciando a su propio discurso y a su electorado más moderado. Por el contrario, el PP podría haber marcado distancia con Vox en estos asuntos, defendiendo los avances sociales de los que ellos mismo en ocasiones han sido partícipes. También podría haber confrontado con el PSOE, denunciando los pactos del gobierno con la extrema izquierda y el independentismo, y alertando de la situación económica del país. Pero el PP ha dejado que Vox y sus postulados retrógrados acaparen el foco mediático y político, desviando la atención de los problemas reales de los españoles.


Así pues, el PP de Feijóo se presenta a las elecciones generales con una estrategia fallida, con la que se está despeñando en las encuestas, porque parece carente de discurso propio, y así solo sale ganando Vox tras chulear al PP, y por supuesto, sale reforzado Pedro Sánchez, que logra algo tan a priori increíble como ser el más moderado de los candidatos.

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