Opinión

Podemos puede ser quien decida

Rafael M. Martos | Lunes 18 de septiembre de 2023

Después de las elecciones generales del 23 de julio de 2023, el socialista Pedro Sánchez tiene el reto de conseguir los apoyos necesarios para ser investido presidente del Gobierno ante la más que previsible imposibilidad de Alberto Núñez Feijóo para lograrlo. Lo cierto es que mientras todos nos fijamos en las negociaciones con el PNV y Junts, hay otro factor que podría ser clave para el desenlace de la investidura y que pasa más inadvertido: la guerra interna que se vive en Sumar, la coalición electoral que agrupa a Podemos, Izquierda Unida y otras fuerzas de izquierda y que desde el primer día ha dado por sentado que será el socio de Sánchez en el Gobierno, y como tal establece negociaciones para la investidura incluso en Waterloo.

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Sumar consiguió 31 diputados en las elecciones, lo que le convierte en un socio imprescindible para que Sánchez tenga una mayoría en el Congreso, si bien será insuficiente, mucho más insuficiente de lo que ya era en la anterior legislatura.

Hay que tener en cuenta que la relación entre los socios de Sumar no es precisamente armoniosa. Por un lado, está el conflicto por el liderazgo entre Yolanda Díaz, la candidata de Sumar y actual vicepresidenta tercera del Gobierno, e Ione Belarra, la secretaria general de Podemos y ministra de Derechos Sociales. Díaz dejó fuera a Irene Montero, la compañera de partido de Belarra y ministra de Igualdad, de las listas electorales de Sumar, lo que supuso un duro revés para la dirigente morada, y la cosa se llevó tan al límite que casi no hay coalición, pero en ese momento Podemos sabía que si no tragaba, era su final.

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Belarra, por su parte, insiste en que Montero tiene que seguir formando parte del Ejecutivo, lo que pone en cuestión la autoridad de Díaz para configurar el equipo ministerial. Por si fuese poco, en las últimas polémicas por reducción de condenas a consecuencia de la ley "Sólo sí es sí" o el cambio de sexo en el registro de un reiterado maltratador para no ser juzgado como hombre, Montero se ha quedado sola, sin más apoyo que el de Podemos, mientras Díaz mira a otro lado.

Esta disputa interna podría tener consecuencias imprevisibles para la investidura de Sánchez. Si los cinco diputados de Podemos se abstienen en la votación, el candidato socialista no podría ser presidente. Esto obligaría a repetir las elecciones.

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Por otro lado, está el problema con Junts, el partido independentista catalán que exige la amnistía de todos los procesados por el “procés”, es decir, el intento de secesión unilateral de Cataluña en 2017. Esta demanda genera mucha controversia y rechazo entre muchos socialistas históricos, que ven en ella una vulneración del Estado de derecho y una cesión al chantaje nacionalista. Sánchez quiere ser investido a toda costa, pero a la vez eso supondría gobernar con más de 20 partidos distintos… una locura que un adelanto electoral podría solucionar si logra que éste sea a su favor y con las encuestas de cara.

De esta forma, Sánchez podría utilizar la situación a su conveniencia para presentarse como el candidato moderado que no cede ante las exigencias de los radicales. Así lo hizo hace cuatro años, cuando rompió las negociaciones con Pablo Iglesias, al que acusó de querer traer las cartillas de racionamiento, o con Bildu, al que negó cualquier tipo de pacto. Sánchez podría enfrentarse a unas nuevas elecciones con la ventaja de ser el único que ofrece estabilidad frente al caos de sus rivales. Sería elegir entre el “moderado” Sánchez que no cede ante los radicales que le garantizan la investidura pero con los que él no gobernaría "nunca"... como Bildu, ERC, Junts..., y Feijóo que cede "siempre" ante Vox… Sánchez siempre gana.

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En definitiva, la investidura de Sánchez depende no solo de lo que ocurra con el PNV y Junts, sino también de lo que pase dentro de Sumar. La guerra entre Díaz y Belarra puede ser la clave para desbloquear o bloquear definitivamente la formación de Gobierno.

La otra clave es si Podemos está en condiciones de cumplir esta velada amenaza y asumir el riesgo de presentarse en solitario a unas elecciones generales, que podrían ser tanto su renacimiento, como su funeral.


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