Opinión

De penes y hostias

(Foto: malasombra).
Ricardo Alba | Sábado 30 de septiembre de 2023

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Se queja el mexicano Roberto Esquivel de los inconvenientes, del calvario califica él, que le provoca la longitud de su pene: 50 centímetros, casi una tercera pierna. Al parecer, la magnitud del miembro le impide mantener relaciones sexuales, también es excesivo para espectáculos pornográficos, le hostiga con continuas infecciones urinarias. Total, ¿para qué tan descomunal órgano? Como mucho para ser incluido en el libro Guinness si no lo está ya.

Viene esto a cuenta por la pugna varonil acerca del tamaño del pene. Sí. A ver quien lo tiene más grande. ¿Cuántas veces habremos escuchado la famosa frase de “el tamaño sí importa”? En boca de muchos colectivos masculinos está la preocupación del tamaño del pene y los problemas sociales que ello conlleva.

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A los hombres les/nos preocupa menos la imagen exterior, especialmente en una sociedad en la que la imagen cobra tanta importancia. Pero el tamaño del pene suele afectar psicológicamente de una manera que en ocasiones puede llegar a ser muy dañina al ocasionar la pérdida de la autoestima. Según la psiquiatría moderna, esa pérdida de autoestima se compensa con la fanfarronería, la chulería, la bravata, la soberbia, la arrogancia, en definitiva.

Estudios científicos revelan que la satisfacción sexual de las mujeres (sí, la mayoría de los datos se reducen a estudios de relaciones heteronormativas) no depende de cuánto mida el pene de su compañero, sino de saber usarlo correctamente en las relaciones sexuales.

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Dicho esto, cabe suponer que no se es más cabestro por tenerlo más grande, el pene, sino que se es más cabestro precisamente para equilibrar lo menguante del miembro. Ha de suponerse la certeza de este aserto ante la grosería, ordinariez, vulgaridad e incorrección de unos supuestos miembros (afiliados) del PSOE. No, el Partido Socialista Obrero Español no tiene entre sus filas a sacamuelas ni a repartidores de hostias, no.

Puede o podría ser, que las pruebas de admisión al Partido obviasen filtrar el estado psicológico del aspirante. Sólo así se entendería que un partido político centenario, con ilustres parlamentarios desde Tierno Galván, Indalecio Prieto, hasta Felipe González, tuviera en sus filas a personajes desconocidos para el gran público mientras ahora el gran público conoce como se las gastan algunos desequilibrados de mente y pene.

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En un Parlamento municipal o autonómico o nacional, no solamente se habla con la boca, no, también con los gestos, el movimiento de las manos y cosas por el estilo. En un debate, en un discurso, es conveniente sorprender, captar la atención, aunque en el panorama político actual esto de comunicar parece que va con otros, o sea, no comunican. Sin embargo, algunos destacan por algo.

Pongamos que, por el complejo de miembro, haya hombres que suben a un estrado y, naturalmente, desde la altura que conceden tres peldaños tienen el pene más alto, pero no más largo. Ese efecto sicológico machaca el cerebro de modo que se farfulla irracionalmente, se enloquece al aprovechar la oportunidad de quedar bien con el presidente, se es incapaz de aceptarse como el macarra que se usarlo correctamente en las relaciones sexuales es, carga con el lastre de considerarse un don nadie, efectivamente lo es, y de remate si no es desde el púlpito, pues eso, te acercas al oponente y le das tres hostias.

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Puede o podría ser, que alguien vea en todo lo anterior algún paralelismo con acontecimientos recientes. Y no. Tampoco es asimilable a que un par de individuos con el carné del PSOE sean majaderos, porque, con excepciones notorias, los socialistas son un verdadero ejemplo de dignidad empezando por su presidente, un hombre sincero, incorruptible, íntegro y muy honorable. Así que no sean malpensados, por favor. Esto va de un mejicano al que le estorba la exuberancia de su pene que, algunos, por cierto, ponen en entredicho.