Opinión

Jarabe democrático

(Foto: malasombra).
Juan Torrijos Arribas | Viernes 10 de noviembre de 2023

Desde pequeños ya no nos gustaban los jarabes que nos hacía tomar nuestras madres cuando nos dolía algo, empezando por el estómago y nos daba aceite de ricino. Los jarabes de entonces, años que vivíamos bajo la oprobiosa, no eran democráticos y estaban malísimos. Los de hoy, justo es reconocerlo, tienen mejores sabores (el que tomo estos días contra la tos sabe a plátano, está riquísimo), y depende del partido que los ponga en práctica son o no, jarabes democráticos.

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Estos días las sedes del Psoe están recibiendo en toda España una seria de protestas, más o menos violentas según ciudad, a la de Almería no se le puede poner ese adjetivo, no así la de la capital de España, donde los enfrentamientos se han vivido entre policía y manifestantes. No deseo entrar en la situación producida entre los servidores públicos y los grupos radicales, aunque algunas de las imágenes, de unos y de otros merecerían una amplia investigación por parte de una justicia que supongo mirará para el lado que le indique el gobierno, que es a lo que nos tiene acostumbrado el señor Marlasca y cía.

Si los manifestantes de la llamada izquierda rodean una sede del Pp, o a un político de derechas, sea hombre o mujer, estamos ante el jarabe democrático del pueblo, y se han dado ejemplos a lo largo de los últimos años en esta España convulsa que se vive en estos días. Pero si es la derecha la que rodea sedes, o a políticos de izquierdas, ese jarabe, democrático cuando lo hace la izquierda, es algo que está fuera de la democracia.

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No creo que los ciudadanos, de derechas o de izquierdas, tenga que llegar a rodear sedes y protestar ante los políticos, pero si lo hacen, vamos a ser honestos y demos el mismo valor a la queja de unos y de otros. Cuando los políticos llevan al pueblo a la toma de la calle por sus errores, sean de una acera o de la otra, el jarabe será siempre democrático, les guste o no a los que lo reciben.

Está viviendo España un enfrentamiento como no habíamos visto en los últimos cuarenta años. Lo que parecía imposible hace unos meses se está haciendo realidad. La calle era de la izquierda, las manifestaciones eran de ella y de sus cuadros, la derecha parece haber despertado, y desde hace una semana, dicen que va a continuar, van a seguir estando en la calle, en las plazas, defendiendo lo que ellos entienden que es una ataque a la unidad de la nación.

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Si Alfonso Guerra se queja de las manifestaciones ante las sedes, están fuera de la democracia, Felipe González le está dando la razón a la derecha a la hora de sus protestas, al comentar que por siete votos no se puede poner en juego todo lo conseguido en este país, y que la solución está en ganar las próximas elecciones.

Les decíamos hace unos días que el odio que se está viviendo entre las partes no tiene buena salida, y lo estamos comprobando, y ya no solo en las redes. Los jarabes democráticos, o los aceptamos todos, o no aceptamos ninguno. No se puede rodear una sede del Pp, como se hizo desde la izquierda en los tiempos de Aznar, y poner en duda o criticar como no democráticas, las que la derecha le está haciendo al Psoe.

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Las dosis de aceite de ricino que les dan los ciudadanos en estos días al Psoe (qué malo estaba cuando se empeñaba mi madre, cuchara en mano, para que lo bebiera), se lo deben tomar con la resignación de que el pueblo siempre tiene razón. ¿O no es así?

Pero si tras el jarabe empiezan a sonar las pistolas, caso del disparo en la cara a Alejo Vidal-Cuadras de ayer mañana, se está empezando a cruzar un límite del que solo se pueden extraer graves consecuencias.

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