Opinión

Competitividad y reparto de riqueza

(Foto: malasombra).
Vicente García Egea | Sábado 11 de noviembre de 2023


El estado español tiene algunos parámetros económicos que debe mejorar, el déficit público, la deuda pública y privada, el empleo y el producto interior bruto per capita. El gobierno de España, tiene herramientas para poder ir mejorando estos parámetros, pero vamos a analizarlo desde el punto de vista de la empresa privada y cómo podemos contribuir al crecimiento económico de nuestra economía, que lógicamente es la parte en la que podemos actuar desde la empresa privada, pues la contención del gasto público le corresponde al gobierno.

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La piedra angular de la economía de un país son las empresas, pues organizan los recursos para la producción y su venta; el segundo elemento para articular la economía son los mercados, que definen el espacio en el que compiten las empresas y en último lugar el Estado, que interviene como agente económico directo, demanda y ofrece servicios, en unos países más que en otros, no es lo mismo el modelo anglosajón que el europeo de la UE, y además define el marco institucional normativo.

Para el crecimiento empresarial, me voy a centrar en dos conceptos, la competitividad, organizar de forma eficiente los recursos y satisfacer las necesidades de los consumidores para competir en los mercados y la distribución de rentas, el reparto del valor añadido generado entre los distintos protagonistas, en forma de dividendos, salarios, gastos financieros e impuestos para el estado.

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Desde el punto de vista de la competitividad, hay algunas empresas muy competitivas basadas en una alta productividad, alta inversión en innovación y tecnología, así como en la formación. Pero la mayoría presentan un limitado esfuerzo innovador, tecnológico y necesitan sistemas avanzados de administración y dirección, mejorar los liderazgos haciéndolos más participativos y aumentar la inversión en activos intangibles como la formación frente a la también necesaria inversión en activos de capital. Y esto condiciona los resultados de una baja productividad en comparación con nuestros competidores, uno de nuestros problemas ancestrales, que desde luego no se mejora bajando las horas trabajadas por trabajador, como propone algún partido político.

En cuanto a las rentas generadas en la empresa, el reparto del valor añadido bruto entre accionistas, empleados y Estado, lo vamos a ver en un ejemplo real de una empresa en España, del sector servicios.

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Se trata de una empresa que cuenta con una plantilla de 400 trabajadores. La facturación es de 35 millones de euros anuales. Las compras (13 millones), pago de salarios (15 millones), las cotizaciones sociales (4,5 millones) y los gastos de formación (400.000 euros), esto deja el beneficio antes de impuestos en 2,1 millones. Tras el pago del Impuesto de Sociedades 525.000 e, el saldo final es de 1,575 millones de euros.

En principio podríamos pensar que, del valor creado por la empresa, los accionistas se llevan 1.575.000 € y el Estado en impuestos 525.000 €. Sin embargo esto no es así. En primer lugar, realmente el precio venta de los servicios de la empresa no son 35 M sino 42,350 M, ya que la empresa a sus clientes les cobra 7, 350 M de IVA. A su vez la empresa debe pagar el 21 % de IVA por compras, las compras más iva son 15,730 M. La diferencia 26,6M es la riqueza real que genera la empresa.

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A esta cifra hay que restarle los pagos del Impuesto sobre el Valor Añadido, que se calculan como la diferencia entre el IVA repercutido y el soportado por la empresa, 4,6 millones. Por otro lado, una vez pagado el impuesto de sociedades y repartidos los dividendos a los accionistas, el Estado vuelve a llevarse en el apartado de IRPF correspondiente a los dividendos, un 20%, que supone 315.000 euros

También debemos tener en cuenta que el coste laboral de los empleados sufraga el pago de IRPF y cotizaciones sociales. Asimismo, la formación ofrecida a los trabajadores también sería un valor ofrecido por la compañía que reduce la riqueza de la mercantil. Sumando las cotizaciones a la Seguridad Social que paga la empresa y las que paga el empleado, y añadiendo el resto de pagos al Estado, impuesto de sociedades, iva, irpf por dividendos, el total de impuestos que van para el Estado son 14,160,000.

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Por lo tanto, la riqueza generada por la empresa en el ejemplo planteado se distribuye de la siguiente manera entre accionistas, empleados y el Estado: un 5% para los accionistas, un 42% para los empleados y un 53% para el Estado. Dicho de otra manera, por cada 1€ que obtienen los empresarios, los trabajadores se llevan 11€ y las Administraciones, 14€.

Estos aspectos explican muy bien los problemas de crecimiento, tamaño, competitividad, reparto de rentas y baja productividad que presentan en la actualidad muchas empresas españolas. Debemos atraer más inversión, haciendo más atractivo nuestro país y legislar buscando un equilibrio entre los diversos agentes, pero no cabe duda que si el inversor no observa rentabilidad y seguridad, va a buscar otros mercados.

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