Dice un dicho popular “hagamos de la necesidad virtud” y a esto se ha dedicado el equipo de Pedro Sánchez. Hacer de los necesarios siete diputados de Junts para seguir en la Moncloa, algo virtuoso.
¿Pero realmente es virtuoso? ¿Es bueno para la convivencia? Analicemos los pasos dados y sus posibles consecuencias, siempre como decía Don Felipe sin acritud.
Partamos de la campaña electoral del 23-J. Pedro Sánchez propone una fecha muy acertada, desde el punto de vista de una victoria socialista, ya que se iban desgranando los distintos gobiernos autonómicos y se materializaban las coaliciones PP-VOX. Primer hito conseguido, el electorado progresista mas reticente a dejar la sombrilla e ir a votar, veía como la ultraderecha tomaba consejerías y vicepresidencias en sus comunidades autónomas.
Después vino el conservadurismo mediático de Feijoo que aguantó más o menos bien un primer debate y no quiso participar en los siguientes. Tal vez pensaban que estaba todo ganado. Por entonces algunas mentiras, errores y contradicciones por parte de Feijoo. Y llegó el día de las elecciones. El PSOE no cayó en las generales como hizo en las autonómicas, en cierto modo por los fallos del PP y por el miedo a la ultraderecha.
No obstante, perdió las elecciones al no sacar más escaños ni más votos que el partido conservador. Cabe destacar que durante esa campaña electoral oímos decir a todos los candidatos del PSOE que ni amnistía a los presos huidos del procés, ni mucho menos referéndum. Por entonces diferenciaban muy bien entre los indultos dados y una amnistía que no cabía dentro de la constitución.
Cumplidos los plazos Feijoó se presentó a la investidura. Pero las cuentas no salían, es verdad que con VOX solo le faltaban cuatro diputados, pero una vez incluido VOX en la ecuación, ningún otro grupo parlamentario podía sumarse a la investidura de Feijoo. ¿Significa esto que el parlamento es de izquierdas? Si así lo sostuviéramos, consecuentemente deberíamos pensar que la derecha en el País Vasco y Cataluña no existe, que son un paraíso del progreso. Pero la derecha catalana y vasca es tan conservadora o más que la del resto del país, valgan sus expresiones clasistas y tradicionalistas o sus políticas conservadoras.
Empezó entonces el runrun, primero fueron los independentistas, sobre la amnistía “que estaba ya pactada” “que era una realidad”. Nosotros los votantes socialistas no los podíamos creer, y más aún cuando nuestros representantes seguían callando. Pero algo nos temíamos, por entonces ya no se negaba rotundamente esta posibilidad, aunque tampoco se verbalizaba explícitamente.
Y llegó la visita de Yolanda a Puigdemon, una ministra del gobierno conversando amablemente con un prófugo huido de la justicia. Pero el presidente todavía no lo había materializado, aunque hablaba elogiosamente de la propuesta por entonces únicamente de SUMAR. El sonrojo era evidente, no podíamos dar crédito, a las claras una ministra del gobierno de Sánchez trabajando por la investidura, prometiendo ¿Amnistía? ¿condonación? ¿restitución?
Hasta que llegó el día, el presidente verbalizó la palabra “Amnistía”. A mi no me desagrada, formo parte de la asociación “Amnistía Internacional” y los procesos de amnistía de 1977 dieron lugar a una convivencia pacífica y constitucional entre los españoles. Pero parémonos a analizar que significa la amnistía política (no la fiscal con la que se ha querido confundir, y de la que también aborrezco).
Nada tiene que ver la amnistía con el indulto, de esto tiene conocimiento nuestro alumnado de bachillerato y así se lo han explicado el profesorado de Sociales. No voy a extenderme en matices, pero si el indulto es una medida de gracia del gobierno al errado, al que conviene perdonar para, al que conviene perdonar para mejorar en la convivencia, y por esa razón soy favorable al indulto de los que pasaron por la cárcel, la amnistía y así lo ha explicado Puigdemon significa que es el estado el que pide perdón y el amnistiado reparación.
Todo nuestro sistema político patas arriba por siete diputados. A España le toca ahora entonar el mea culpa ante la sociedad europea, que en las revueltas separatistas defendió el estado de derecho como aquí lo concebíamos, salvo la excepción rusa siempre dispuesta a sembrar la inestabilidad en occidente o así por entonces se publicó.
Luego vino la condenación de la deuda, en este proceso que Alfonso Guerra llamó el de la longaniza, loncha tras loncha. Negada semanas antes por la ministra Maria Jesús Montero. En esta loncha económica fueron 16.300 millones de euros los que dejó escapar nuestro gobierno central solamente en Cataluña, las demás comunidades han expresado su deseo de ser condonados, naturalmente. Millones que no aporta una de las comunidades más ricas de otras más pobres y esto se traduce en que los extremeños seguirán con su deficiente plan vial (extremeños y almerienses), ralentizar el ya paso de tortuga en la construcción del corredor mediterráneo, el descuido brutal tanto de la sanidad pública y la educación pública… (Desde aquí mi solidaridad tanto con los compañeros y compañeras de las mareas blanca y verde) ¿Son estos acuerdos de izquierdas? ¿Debe un votante progresista callar y tragar? Si es así ¿Por el bien de qué o de quién?
Mas recientemente se rompe la caja única de la seguridad social, en una última loncha esta vez deglutida por el PNV, otro de los actores del acuerdo ¿También progresista? Un pensamiento me ronda estas semanas “No se puede regalar lo que no es nuestro”.
Y se ha regalado absoluciones judiciales y patrimonio de todos, actual y futuro.
Este es el panorama y como consecuencia del mismo me declaro huérfano no político, pero si electoral. Me acojo a la posible cita de D. Miguel “Venceréis, pero no convenceréis” y a sus reflexiones cuando lo zarandeaban por sus supuestos cambios de opinión. Igual que él no me considero en movimiento, a la que yo veo borrosa y movida es a la izquierda actual, de la que no me he bajado.
Ahora bien, los resultados electorales del 23- J ¿Nos llevaron obligatoriamente a la dicotomía propuesta? ¿Amnistía o gobierno con la ultraderecha? Yo creo que es falsa. La amnistía lleva en sí el acuerdo con la ultraderecha no la de VOX sino la de JUNTS . Si es cierto que tras el coqueteo y la final aceptación de la derrota del estado con los independentistas, el PSOE no puede afrontar unas elecciones con las esperanzas puestas en la victoria.
Pero esto no hubiera sido necesariamente así. Si Pedro Sánchez cuando excluyó de las negociaciones a VOX lo hubiera hecho también a las propuestas de amnistía y referéndum de la ultraderecha de JUNTS, el progreso electoral que quedó corto para gobernar tal vez hubiera significado un avance en votos del PSOE y tal vez un gobierno real de progreso en unas nuevas elecciones. No creyeron en ellos mismos y se entregaron y nos entregaron a todos a las condiciones de los independentistas.
Espero y deseo que esto no le signifique al PSOE una herida tan profunda de la que le cueste años sobreponerse