En el escenario político actual, donde las alianzas y pactos son moneda corriente, el aplauso por parte de la izquierda andaluza al acuerdo entre el PSOE, Junts, ERC, Bildu y PNV para la investidura de Pedro Sánchez como presidente es bastante incomprensible. Desde esta perspectiva, no podemos evitar preguntarnos: ¿es éste realmente el camino que queremos para Andalucía en general, y para Almería, más concretamente?
Andalucía, que conquistó su derecho histórico a ser reconocida como nacionalidad en igualdad de condiciones con Cataluña y el País Vasco, se ve ahora ante una encrucijada. Si a estas comunidades se les concede un trato excepcional como "naciones", ¿qué queda de la lucha que culminó el 4D y el 28F? ¿Han sido en vano los esfuerzos por la autonomía andaluza?
Con ésto, más allá del reconocimiento a título de orgullo, lo que realmente preocupa son otros elementos más tangibles, más de andar por casa, como la posible ruptura de la caja única de la Seguridad Social. Eso sería un golpe duro para los parados y pensionistas andaluces, que podrían ver mermados sus ingresos. ¿Es esta la solidaridad que la izquierda preconiza?
Si sumamos a esto la idea de que Cataluña pueda gestionar sus propios impuestos, algo considerado inconstitucional para cualquier otra comunidad que no sea de régimen foral, nos enfrentamos a una reducción de recursos para la solidaridad interterritorial. Esto, en última instancia, ahonda en la desigualdad, pues se privilegia a unos territorios en detrimento de otros. ¿Es esto de izquierdas?
Pero hay más. ¿Perdonar parte de la deuda a comunidades que han gestionado peor sus recursos, porque no lo han destinado a sanidad, educación o infraestructuras, sino a estructuras paralelas a las del Estado? Una medida que premia la mala gestión y castiga a aquellos que han hecho esfuerzos por mantener un equilibrio financiero. ¿Es esta la justicia social que la izquierda defiende?
Y, por supuesto, la amnistía. Más allá de su posible inconstitucionalidad, esta medida rompe con la igualdad. Aquellos andaluces que han sido detenidos en manifestaciones o luchas jornaleras, o que han pagado con prisión su activismo, se ven desfavorecidos en comparación con aquellos cuya causa es la "lucha" por la independencia de Cataluña. ¿Es aceptable que la lucha por mejorar las condiciones laborales quede en un segundo plano? ¿Por qué a Pedro Pacheco no se le indultó? Sencillamente porque no había andalucistas en el Congreso cuyo voto fuera imprescindible para Pedro Sánchez. Y lo mismo algunos líderes del SAT. ¿Es eso lo que propugna la izquierda andaluza?
En resumen, este pacto no parece ser motivo de celebración para Andalucía. Más bien, se presenta como un mazazo a los intereses de Andalucía. La igualdad, la solidaridad y la justicia social quedan en entredicho ante medidas que favorecen a unos pocos en detrimento del bienestar general. ¿Es esta la izquierda andaluza que imaginábamos? ¿Es ésta la tercera ola de andalucismo de la que hablan algunos? La respuesta queda en el aire, mientras Andalucía observa cómo sus derechos históricos se desdibujan en un pacto que le perjudica economica y socialmente.