Opinión

¿Les llamamos ya ultraderecha?

(Foto: malasombra).
Rafael M. Martos | Viernes 12 de enero de 2024

La intervención de Miriam Nogueras, diputada de Junts, en el debate de convalidación de los reales decretos presentados por el Gobierno de Pedro Sánchez, ha dejado al descubierto la verdadera cara del independentismo catalán. Una cara que no es otra que la de la ultraderecha más reaccionaria, intolerante y excluyente.

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Nogueras se quejó de que cada vez que se otorga algo a Cataluña, a renglón seguido se le concede al resto de Comunidades que lo piden, y por tanto no se tiene en cuenta la “singularidad catalana”. El problema para Junts no es, por tanto, que a ellos se les cedan más o menos competencias, el problema es que a los demás se les trate igual que a ellos. No es nuevo, pero tal vez nunca se había dicho con tanta claridad en sede parlamentaria con un gobierno que no responde a algo así.

Pero si hay algo peor es eso, que el gobierno trague. Que acepte las exigencias de un partido que no representa ni a la mayoría de los catalanes, ni a los valores democráticos y constitucionales. Que se deje chantajear por un grupo que solo busca la confrontación y la ruptura, y que no tiene ningún escrúpulo en pisotear los derechos de los que no piensan como ellos.

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Por otro lado, más allá de cómo se concrete la cesión de las competencias de inmigración, y que por tanto, supondrá que otras comunidades puedan pedirlo, y que en todo caso, el Estado les de recursos económicos para esa gestión, lo cierto es que Junts ha sacado su vertiente más racista, xenófoba e islamófoba. Hasta no hace mucho, los distintos gobiernos catalanes han favorecido la llegada de magrebíes frente a inmigrantes hispanohablantes, precisamente porque los sudamericanos suponían un aumento de hablantes de español frente a los catalanoparlantes, mientras que a los magrebíes se les podía alentar a aprender catalán antes que castellano. Ahora ya no quieren ni a unos ni a otros. Ciertamente sus argumentos son los mismos que Vox, la pureza de las esencias patrias, es decir, son pura ultraderecha.

Y ojo, que eso pone en batalla electoral a un partido frente a otro. Que no nos extrañe que en las próximas elecciones veamos un enfrentamiento entre Vox y Junts, dos formaciones que comparten el mismo discurso de odio, de división y de supremacía. Dos formaciones que se retroalimentan y que se necesitan para seguir existiendo. Dos formaciones que son el mayor peligro para la convivencia, la democracia y la unidad de España.

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También hay que tener en cuenta que ese mensaje islamófobo que se ha extendido por el Estado con Vox, y que Junts difunde en Cataluña, no es ajeno al País Vasco, donde desde el nacionalismo más radical también se está expandiendo el mensaje contra el Islam, y hay pegatinas y carteles cada vez en mayor cantidad, en distintas zonas de Euskadi advirtiendo contra la islamización como enemiga de la euskaldunización.

El argumento en los tres casos coincide: los extranjeros desvirtúan la identidad nacional, poniendo en peligro nuestra cultura, colapsan los servicios públicos, acaparan las ayudas sociales, y son delincuentes.

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En el caso del diputado Gabriel Rufián, lejos de apartarse de esa idea impropia de la izquierda que él dice representar desde ERC, abundó en ella como un perfecto “Tío Tom”, aceptando su rol social en Cataluña. Y es que comenzó bien recordando que sus abuelos andaluces huyeron a aquellas tierras hartos de los señoritos andaluces... pero lo que no dijo es que esos señoritos no eran andaluces, sino catalanes y castellanos básicamente, y que desde sus palacetes en la calle Salamanca o sus masías en el Ampurdán o el centro de Barcelona, decidían si se plantaba o no ese año "en el Sur", y con ello si miles de jornaleros comían o pasaban hambre. Y también se le olvidó contar como trataron a sus abuelos en Cataluña ¿allí es que no había señoritos? ¿y de dónde era el servicio de los señoritos?

Estamos ante una situación muy grave, que requiere una respuesta firme y contundente por parte de las fuerzas políticas democráticas, de la sociedad civil y de los medios de comunicación.

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Se vista con la roja y gualda, con la señera, o con la ikurriña, un racista es un racista, un xenófobo es un xenófobo, un islamófobo es un islamófobo... y un ultraderechista es un ultraderechista.


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