Entrevistas

Rafael Quirosa: Los movimientos vecinales fueron una escuela de democracia

Viernes 26 de enero de 2024
El libro "La lucha por una vida mejor: Los movimientos vecinales en Almería" analiza el papel de las asociaciones vecinales durante la Transición en España. Estas asociaciones, formadas por personas anónimas, desempeñaron un papel importante en el proceso democratizador del país. El libro destaca la importancia del movimiento vecinal como una auténtica escuela de democracia y muestra cómo algunas personas que comenzaron en estas asociaciones luego ocuparon cargos relevantes en partidos políticos o instituciones municipales. El libro está disponible en librerías de Almería y se puede contribuir al proyecto compartiendo fotos y material relacionado a través de la página web movimientovecinal.es.

Seguramente, si menciono a Adolfo Suárez, Felipe González, Santiago Carrillo o Manuel Fraga, todo el mundo sabe quiénes son y los asocia de algún modo con la Transición. Sin embargo, detrás de aquella Transición hubo mucha gente anónima, personas que no aparecían en las portadas de los periódicos, que no asistían a reuniones hasta altas horas de la noche en hoteles ni en residencias. No, eran personas que iban al trabajo, o que no tenían trabajo, y que día a día se fueron involucrando un poco más en ese proceso de Transición política. Sin ellos, sin esas personas, tampoco habría sido posible la transición. Esta pequeña gran historia aparece en un libro recientemente publicado titulado "La lucha por una vida mejor: Los movimientos vecinales en Almería", del cual son editores Rafael Quirosa y Mónica Fernández Amador de la Universidad de Almería, y con ellos vamos a hablar.

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Lo primero que me gustaría saber es ¿por qué han escogido este tema del movimiento vecinal para analizarlo en esta publicación?

Nosotros, hace ya tiempo, trabajamos en el periodo de la transición a la democracia desde el año 2000. Realizamos congresos periódicos donde participan los mejores especialistas, y desde un principio advertimos que existía un relato sobre la transición muy basado en, como tú has comentado en la introducción, las figuras más destacadas, los responsables institucionales y los líderes políticos, quienes, sin duda y quiero decirlo de antemano, desempeñaron un papel muy importante. No se trata de negar ese papel, pero es cierto que no se podría entender, o así lo entendemos y lo hemos visto en nuestras investigaciones, el proceso de transición a la democracia sin tener en cuenta los movimientos sociales que desde abajo impulsaron ese proceso democratizador. Eso es algo que ya se advierte en plena dictadura en los años 60, en el movimiento obrero, en el movimiento vecinal, en el movimiento por los derechos de las mujeres, en el papel de esa iglesia católica que comienza a transformarse después de que no se hundan. Hay una serie de movilizaciones que van creciendo, desarrollándose y que coinciden en cuestionar el sistema político finalmente.

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Entonces, dentro de esos movimientos sociales, el movimiento vecinal nos pareció quizás el más representativo de todos. Es un movimiento transversal donde se juntan también obreros, estudiantes, incluso sectores de la iglesia en algunos barrios, incluso en Almería. Y entonces, es un movimiento que se constituye en otras ciudades desde los años 60, en Almería desde el año 72, y que va fundamentalmente por las necesidades y carencias que existen en los barrios de las ciudades, pero que también desempeña un papel muy importante en el proceso de democratización de la sociedad española, sin duda.

¿Cómo es ese paso de estas asociaciones, algunas de ellas nacidas en las postrimerías del franquismo, a la Transición o los inicios de la Transición?

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Fundamentalmente, estas asociaciones se crean a partir de una ley de 1964 que permitía a los españoles organizarse en asociaciones siempre y cuando no tuvieran un objetivo político. Eso estaba prohibido. Inicialmente, las asociaciones surgen debido a problemas, sobre todo como consecuencia del desarrollismo de los años 60 y principios de los 70. Las ciudades han crecido, se han creado nuevos barrios, ha llegado una población, en muchos casos, desde las zonas rurales, en masa, y eso crea una serie de necesidades de las que los vecinos se van concienciando. La mayoría de estos movimientos se inicia en torno a la parroquia. Hay ciudadanos muy comprometidos con su feligresía, con su barrio, también con el apoyo de algunos colectivos vinculados a cristianos de base, y empiezan a organizarse y, a partir de esa legislación, crean asociaciones de vecinos. En principio, las reivindicaciones son simplemente sobre infraestructuras, pero, como pasa con otros movimientos sociales, en ese contexto, en esa labor, se va generando toda una democratización en el sentido de que se reúnen, toman decisiones, debaten los problemas, discuten, votan y toman decisiones, como redactar escritos, visitar a las autoridades e incluso hacer manifestaciones, como se puede ver en la información de la época. Y en ese sentido, su actividad se va democratizando, van plasmando esa actividad democrática. Hay que pensar en un momento donde las instituciones locales no eran democráticas, donde los ayuntamientos no se conformaban por elecciones de conglomerados plurales, sino que se constituían de acuerdo con la legislación franquista e incluso los alcaldes hasta el año 76 eran designados por orden. Eran designados por el gobernador civil, si eran de ciudades de menos de 10.000 habitantes. Por el ministro de Gobernación. Entonces, ese contraste entre la legitimidad que iban adquiriendo esas asociaciones de vecinos y esa falta de legitimidad, aunque tuvieran legalidad de un ayuntamiento, que además carecían de medios para resolver los problemas, va confrontando la realidad y van desempeñando un papel importante en nuestro juicio en ese proceso de concienciación de la ciudadanía.

¿Cómo recibían esos ayuntamientos franquistas la reivindicación? ¿Cómo recibían esas reivindicaciones sociales de las asociaciones?

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Bueno, en general, en un principio no había una reacción de compromiso porque no se les daba importancia. Después, también había carencias de medios que los ayuntamientos no podían atender, aunque quisieran, muchas de esas reivindicaciones. Y había un momento en el que empezaban a desconfiar, sobre todo cuando ya al final de la dictadura y al principio de la transición también había un aumento del grado de politización. De esas asociaciones de vecinos donde, como en otros movimientos sociales, organizaciones de la oposición tenían un papel importante, participaban al menos. En algunos casos, podía haber intentos de control, pero en general participaban y eran conocidos, por lo tanto, eran identificados y había una cierta sospecha de que el papel que podían desempeñar era cuestionado por esas autoridades locales. Encontramos todo tipo de actuaciones. También había intentos de colaboración en algunas de las medidas que planteaban, pero en cualquier caso, pronto se advertía la dificultad de entendimiento entre unas reivindicaciones que no eran atendidas finalmente, porque no querían o no podían, por esos ayuntamientos que no tenían legitimidad ni tampoco tenían medios económicos.

En esos inicios, por lo que usted ha estudiado, ¿había infiltración de los movimientos vecinales en los partidos políticos o de los partidos políticos ilegales, o prelegales, al borde de la legalización, en las asociaciones? ¿Qué es ante el huevo o la gallina?

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La verdad es que es una pregunta interesante y que no tiene una respuesta fácil porque se dan, digamos, lo mismo en los dos sentidos. En las mismas circunstancias, en los dos sentidos, encontramos personas ya, digamos, comprometidas con organizaciones políticas que desembarcan, digamos.Antes del movimiento vecinal o simplemente coinciden. La actividad y también luego va a haber personas del movimiento vecinal que terminen en partidos políticos y eso se verá cuando se conformen las listas para las primeras elecciones locales democráticas que se retrasen hasta abril del 79, como bien sabemos. Entonces, encontramos la misma, digamos, actuación en los dos sentidos. Desde personas que están en partidos o vinculadas a partidos que actúan en las asociaciones, incluso en algunos casos con un plan. De intento de dirigir o de, por lo menos, de influir en esas asociaciones y a la inversa, gente que procede del asociacionismo vecinal y que termina formando parte de las listas de las corporaciones y, por tanto, los partidos políticos. Encontramos las dos posibilidades.

¿Se puede decir, entonces, que ese movimiento vecinal es una especie de escuela de democracia? Porque, claro, se vota, se pierde, se gana.

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Así lo hemos definido nosotros. Nosotros lo hemos definido como auténtica escuela de democracia. Y una escuela de democracia donde la gente, hay que pensar, claro, hoy lo vemos muy normal, pero en aquella época no era tan normal, ¿no? Esa actividad abierta, asamblearia, en muchos casos, era una auténtica democracia participativa, que luego, de alguna manera, cuando se consolida ya la transición y se consolida la democracia, pues se va a pasar de esa democracia participativa a una democracia más representativa. Lo cual crea algunos desencantos. Y algunas ciertas frustraciones en algunos sectores de la sociedad. Esa actividad abierta, asamblearia, en muchos casos, era una auténtica democracia participativa, que luego, de alguna manera, cuando se consolida ya la transición y se consolida la democracia, pues se va a pasar de esa democracia participativa a una democracia más representativa, ¿no? Lo cual crea algunos desencantos. Y algunas ciertas frustraciones en algunos sectores de la sociedad, ¿no? Pero en aquel momento estas asociaciones representan esa escuela de democracia porque la gente, como bien decíamos, va allí, va a debatir, va a discutir, no siempre están totalmente de acuerdo, toman decisiones, votan y abiertamente todo el mundo, las asociaciones eran libres donde la gente podía asistir y podía inscribirse con toda libertad y van a ser por eso escuelas de democracia. Y, por cierto, unos lugares, unos espacios de sociabilidad donde las mujeres van a tener un papel muy importante que hasta entonces no era habitual en la sociedad española. Recordar que hasta el año 75 cualquier mujer que quería comprar un bien, si no estaba autorizada por su padre en el caso de ser soltera o por su marido en el caso de ser casada, no lo podía hacer, ¿no? Y muchas veces estas mujeres acuden, pues, por varios motivos, son también diversos.

Por un lado, a veces, porque los maridos están trabajando y son ellas las que pueden ocuparse de esas reuniones, de esas, reivindicar esas necesidades. Otras veces porque hay problemas que le afectan especialmente a ellas. Pero es una participación. No siempre es fácil. De algún modo, a veces se les criticaba y eso lo hemos hablado con algunas de ellas. La famosa frase, ¿dónde van estas? En como un poco de desdén y de crítica hacia su posición, ¿no?, en esos debates sociales. Y luego también no solo va a ser una participación de base, no solo van a formar parte, digamos, de la sociedad, de las asociaciones como un número, sino que van a ocupar puestos directivos. Y vamos a encontrar secretaria y presidenta, que son los dos puestos más importantes. En esas juntas directivas, en nuestro libro, pues, reconstruimos todas las juntas directivas de las doce asociaciones que estudiamos en este primer volumen, ¿no? Que esta es la primera parte de trabajos que estamos continuando, ¿no?, sobre el movimiento vecinal en Almería.

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Hablan de una docena de asociaciones, y entiendo que podría parecer complicado mencionar a unas y no a otras, pero ¿cuál de esas doce entidades estudiadas considera usted como la más paradigmática o representativa de todo lo que está compartiendo?

Es cierto que a veces es difícil señalar alguna en particular, ya que todas las asociaciones tienen un intento sincero por parte de sus promotores de mejorar la vida de sus miembros. En primer lugar, es importante destacar que se habla de la lucha por una vida mejor. Además, en línea con lo que defendemos sobre la democracia, es crucial recordar que no fue otorgada ni concedida, sino conquistada a través de la lucha. No debemos olvidar que la existencia de demócratas luchando por la democracia se debe a la presencia de personas que se oponían a este sistema, un aspecto que a veces se pasa por alto y que los estudiantes debemos recordar.

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En relación con las doce asociaciones que hemos estudiado, podría mencionarlas rápidamente en orden cronológico. Comenzamos con la del barrio de Los Ángeles, que luego se llamó La Palmera, constituida en abril de 1972. Pocos meses después, en el mismo año, se constituyó Ciudad Jardín. Posteriormente, analizamos la de San Antón y La Joya, que luego se denominaría Asociación Alcazaba. Continuamos con la del Barrio Alto, que adoptaría el nombre de El Centimillo. Las fechas oficiales de constitución y el orden son los siguientes: Artés de Arcos (desaparecida), Amatistero en la colonia Araceli, Traiña de la zona de La Chanca, La Loma del barrio de San Luis, Sierra Alta de Piedra Redonda, San Isidro y San Gabriel (Asociación de Regiones Devastadas), Mar y Playa del Zapillo, y la Asociación de San Antonio del Barrio de Los Molinos. Todas estas se constituyeron entre 1972 y 1980.

Es cierto que el perfil sociológico de los vecinos de los barrios es diferente; no es lo mismo el barrio de Los Ángeles que Ciudad Jardín. En cada capítulo, realizado por distintos autores (Mónica y yo somos los editores), se estudian las características y problemas específicos de cada barrio hasta finales de 1982 o principios de 1983. Luego, se examina el proceso de constitución de la asociación, identificando promotores, principales dirigentes y actividades fundamentales. Hay una diversidad de actividades y perfiles de asociaciones, algunas con un perfil más activo que otras. Por ejemplo, en Los Ángeles, La Palmera, en el barrio alto o Las Chancas en Pescadería, se destaca por su actividad continua, intensa y frecuente, al menos según nuestro estudio.

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Ciudad Jardín tuvo un inicio con actividades, aunque en ciertos periodos pasaba muchos meses sin ninguna. Sin embargo, resurgía con el tiempo. Es importante señalar que algunas asociaciones o varias de ellas lograron extender su impacto a la zona de la ciudad.

¿Realizaron manifestaciones? ¿Hubo eventos significativos?

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Estoy pensando, por ejemplo, en la portada del libro que muestra una imagen de un grupo de mujeres y niños con una pancarta que dice "Ya estamos hartos de esperar", ¿verdad? Esta fue una reivindicación que surgió en el barrio de Los Ángeles y generó un impacto importante, no solo a nivel local sino también con el gobierno central, ya que la decisión dependía del gobierno de España. Al final, la guardería se construyó debido a la presión y la lucha de los vecinos, quienes sabían que existía un terreno disponible y pelearon por ello. Posteriormente, intentaron influir en la elección de la directora, pero el gobierno impuso a sus propias monjas, lo que llevó a un cambio en la gestión cuando la guardería pasó a la competencia de la Junta de Andalucía.

En relación con la reivindicación, el libro relata cómo, después de lograr la guardería, incluso con la visita del ministro y el gobernador civil para la inauguración, aparecieron pintadas en el barrio que expresaban la necesidad de educación. Esto evidencia que, aunque se logró el objetivo de la guardería, persistía un compromiso con un modelo educativo específico. Los residentes querían que la monja Maribel, quien conocía bien el barrio, dirigiera la guardería, y seguían luchando por ello, incluso después de la inauguración, demostrando un compromiso continuo.

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La Asociación La Palmera fue una de las más activas y sigue siéndolo. No solo lograron la guardería, sino que también se involucraron en otras luchas, como la mejora de las condiciones higiénico-sanitarias en los mercadillos o la apertura de la calle que conectaba el barrio con la carretera de Granada. Demostraron un fuerte sentido de identificación con su barrio y una determinación para mejorar las condiciones, alcanzando objetivos concretos. Destacan como una asociación especialmente luchadora, posiblemente motivada por mayores necesidades en su entorno.

Ha mencionado dos temas: la iglesia de base y la figura de una monja. Me gustaría preguntarle si también hubo un papel similar al del Diamantino en este contexto.

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Aquí la situación es un poco compleja porque conozco el caso de Diamantino, pero en este contexto, sí hubo dos sacerdotes, Juan Sánchez en el barrio de la colonia de Los Ángeles y otro en el barrio de Pescadería, que estuvieron muy involucrados con sus comunidades. Cedieron la infraestructura de los salones parroquiales para reuniones y, en algunos casos, sirvieron como sedes iniciales para las asociaciones. Otros modelos, como el de Teleclú y el centro social de Los Molinos, también fueron precedentes en la forma de iniciar las asociaciones. Además, el barrio de Las Chancas fue especialmente luchador y enfrentó dificultades para legalizarse, pero contamos con testimonios orales que respaldan lo que encontramos en documentos, enriqueciendo nuestra comprensión de los eventos.

¿Cómo afectó el cambio en los nombres de las asociaciones a la dinámica vecinal?

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Este es un tema que abordamos en el libro, Rafael. Aunque pueda parecer insignificante, considero que tiene gran importancia. Inicialmente, las asociaciones adoptaron el nombre del barrio, como la Asociación de Vecinos de Ciudad Jardín o Los Ángeles. Sin embargo, en mayo de 1977, se emitió una norma que prohibía a las asociaciones llevar el nombre del barrio. Esta medida se justificó democráticamente para permitir que en un barrio pudiera haber más de una asociación sin que nadie se apropiara de la identidad. Sin embargo, en mi interpretación, esta medida escondía el objetivo de permitir la creación de múltiples asociaciones en un barrio, debilitando así el movimiento vecinal.

A lo largo de los años, todas las fuerzas políticas que han participado en el gobierno municipal de Almería, ya sea el Partido Socialista, Izquierda Unida o el Partido Popular, han contribuido, en mi opinión, a impulsar la creación de asociaciones en barrios donde la asociación existente no era leal a sus intereses. Esto ha debilitado el movimiento vecinal, ya que no es lo mismo tener un barrio unido bajo una asociación, independientemente del color político del ayuntamiento, que tener varias asociaciones divididas por afinidades políticas. Esta división incluso ha llegado a las federaciones, donde actualmente existen varias con matices diferentes.

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En cuanto a los nombres, adoptar nombres distintos para cada asociación ha contribuido a esta fragmentación. En mi opinión, esto ha tenido un impacto negativo en el movimiento vecinal, que fue muy fuerte en los años finales del franquismo y durante la transición. Aunque algunas asociaciones siguen siendo muy activas, otras han perdido su fuerza y actualmente vemos un movimiento vecinal más centrado en actividades festivas y recreativas que en la defensa de las necesidades del barrio. A pesar de algunas mejoras, aún existen carencias graves en algunos barrios, como el Barrio Alto, que ha tenido múltiples asociaciones, generando una fragmentación que debilita su capacidad de influencia.

¿Hay algún caso concreto que pudiera ponerle nombre de alguien que empezó en una asociación determinada y luego se acabara de aconsejarlo de diputado o con un cargo relevante en un partido?

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Sí, hay varios casos concretos de personas que comenzaron en asociaciones vecinales y luego ocuparon cargos relevantes en partidos políticos o en el ámbito municipal. Un ejemplo es Vicente Abad, quien estuvo en la asociación de vecinos que luego se llamó Alcazaba, en San Antón. Otro caso que mencioné es el de un concejal en el barrio de Piedra Redonda que también pasó a ser concejal del ayuntamiento. Incluso, aunque aún no hemos publicado este caso, me encontré con Odelino Gil, cuyo proceso fue más inverso, ya que después de ser concejal se unió a una asociación de vecinos en Aguadulce. Esta vinculación entre el movimiento vecinal y la participación en instituciones municipales ha sido significativa.

Lo que sucede es que esta relación también ha contribuido al debilitamiento del movimiento vecinal. Las personas que han luchado por sus barrios en las asociaciones de vecinos legítimamente buscan seguir trabajando por la ciudad desde el ámbito municipal. En ese sentido, ya están en el otro lado de la democracia, en los ayuntamientos. Aunque esto es razonable y legítimo, ya que los ayuntamientos son instancias democráticas, también implica una transición de la parte democrática del movimiento vecinal al ámbito municipal. Esto ha llevado a algunas discusiones entre quienes continúan en el movimiento vecinal y quienes se incorporan a los ayuntamientos.

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Además, este fenómeno ha supuesto una pérdida de líderes para el movimiento vecinal, ya que algunos de sus dirigentes se unen a las corporaciones municipales. Esto, aunque es una manifestación de normalidad democrática, implica una pérdida de líderes que podrían haber seguido trabajando desde la perspectiva vecinal. Si se realizara un análisis exhaustivo y se compararan las listas de dirigentes vecinales con los líderes políticos municipales, probablemente se observaría una coincidencia significativa. Estos casos se refieren principalmente a la transición y al primer mandato democrático, y es probable que este fenómeno también se dé en los pueblos.

¿Dónde está disponible el libro?

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En todas las librerías de Almería, porque el libro se ha publicado en Siles, que tiene ucho prestigio en el ámbito de la historia. Es un libro de 500 páginas y por eso tuvimos que solo encajar 12 asociaciones. Ahora la idea, estamos trabajando ya con un grupo de investigadores de Estudios del Tiempo Presente, es de al menos otro tanto, 12 o 13 o 14 asociaciones más de la capital, que también se han creado y que no han entrado en este libro. Y además estamos ya trabajando en la provincia. La idea es que en el año 2024 se terminen estos trabajos y podamos editar nuevos volúmenes. El de la provincia es posible que tenga que doblarse. Porque hemos encontrado una riqueza documental muy grande.

Una serie de asociaciones creadas en el municipio antiguo de Dalías, que ya se segrega de El Ejido y tiene sus propias asociaciones. En Adra, en Roquetas, en Berja, en Garrucha, en Turre, en Albox, en Zurgena, en Cuevas del Almanzora, en Felix. Tenemos investigadores trabajando en toda la provincia. Pero no olvidemos, también al mismo tiempo, se está reconstruyendo la historia de esos municipios y de esta ciudad de Almería. Yo decía en una entrevista que me hacían hace poco, que a través del estudio de la Asociación de Vecinos, estamos conociendo más de la Almería real. No solo de la Almería oficial, que muchas veces hemos estudiado a través de procesos electorales y de instituciones, sino de la Almería real, de la Almería de base, de la Almería de los barrios. Y en ese estudio se puede conocer mucho mejor.

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¿Es posible contribuir al proyecto? Aquellas personas que posean fotos, actas, o cuyos padres formaron parte de alguna asociación, ¿pueden compartir este material?

Tenemos una página web, movimientovecinal.es, ya operativa, aunque estamos continuamente actualizándola con información. Estamos recopilando todas las juntas directivas, así como imágenes y fotos de personas y lugares de esa época. Pueden ponerse en contacto con nosotros a través de la web o enviándonos un correo electrónico a rquirosa@ual.es.

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Es importante destacar que la historia es un proceso en constante construcción y no se considera definitiva. Aunque presentamos los primeros resultados aquí, no pretenden ser los únicos ni los últimos. A medida que podamos enriquecerlos con más estudios o información proporcionada por aquellos interesados, especialmente con imágenes, estaremos muy agradecidos. Cada persona tiene su propia foto, y la idea es unirlas para contribuir a la sociedad. No solo cumplimos una función social como historiadores, sino que solicitamos estas imágenes como un homenaje y recuerdo a las personas y asociaciones que, en su momento, defendieron a sus vecinos y lucharon por mejorar la sociedad, tal como reflejamos en el título del libro.

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