Opinión

José Luis, sé fuerte

(Foto: malasombra).
Rafael M. Martos | Jueves 29 de febrero de 2024

Al exministro de Transportes y exsecretario de Organización del PSOE no le ha llegado a su móvil un whatsapp diciendo "José Luis, sé fuerte". Pero seguro que ya se debía imaginar que Pedro Sánchez lo dejaría solo y no tendría el más mínimo gesto con él. Pedro no es Mariano, y está por ver si Ábalos es Bárcenas.

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No se trata únicamente del hecho de que Ábalos, en su situación, no haya recibido aquel esperado mensaje de aliento que sí le llegó al Tesorero del PP en prisión, aquel "Luis, sé fuerte" que simboliza una muestra mínima de empatía, es que seguramente él ya intuía que eso iba a ocurrir.

Es innegable que la comparación entre Pedro Sánchez y su antecesor Mariano Rajoy arroja luces sobre la diferencia de enfoques ante las crisis políticas. Mientras Rajoy, con sus aciertos y errores, asumió la responsabilidad pública frente a los casos de corrupción que golpearon al Partido Popular, Sánchez parece desentenderse de cualquier compromiso moral, privilegiando el cálculo político sobre la integridad ética.

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La historia política de España nos ofrece ejemplos de líderes que, enfrentados a la adversidad, no abandonaron a sus compañeros en la tormenta.

Cuando surgieron todos los casos de corrupción que implicaban al Partido Popular, Rajoy dio la cara, con escaso éxito de crítica y público, pero la dio. Cuando pillaron a Juan Guerra, el muy catefero, y se apuntaban las responsabilidadades políticas de su hermano Alfonso, el presidente Felipe González, ante la petición de que destituyera al vicepresidente, éste respondió que "tendréis dos por el precio de uno", lo que tampoco fue cierto. Cuando el almeriense José Barrionuevo entró en prisión por los delitos cometidos como ministro del Interior, la cúpula del PSOE le acompañó hasta las puertas. Los expresidentes de Andalucía, Manuel Chaves y José Antonio Griñán contaron con el amparo del PSOE hasta el último momento, convirtiéndolos en senadores.

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Sin embargo, la llegada de Pedro Sánchez al panorama político ha marcado un punto de inflexión, donde la lealtad y la coherencia son sacrificadas en el altar de la ambición personal.

El reciente perdón a los líderes independentistas, las amnistías a los prófugos, la modificación del Código Penal para ajustarse a las necesidades políticas momentáneas; son muestras palpables de cómo la ética, e incluso el compañerismo y hasta la amistad, son relegadas en favor del pragmatismo político. En este contexto, la permanencia de Ábalos en la soledad de su situación revela la naturaleza despiadada de la política tal como la entiende Sánchez, incapaz de aplicar con sus compañeros la misma empatía legal que con Junts, ERC o Bildu.

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La decisión de Ábalos de permanecer como diputado del grupo mixto, desafiando las expectativas de aquellos que preveían su retirada, plantea interrogantes sobre las posibles maniobras futuras en el tablero político. Si bien en el presente puede parecer un gesto de desafío, no sería sorprendente que, en un futuro incierto, se requiera su voto para mantenerse en el poder, y entonces, quizás, surja aquel esperado mensaje de aliento, aquel "José Luis, sé fuerte", como una estrategia de conveniencia política.

Y ya ha dado muestras de lo que puede llegar a hacer, porque en varias entrevistas ha señalado con el dedo a Sánchez por dejarle caer, y también ha marcado distancias sobre el ambiente de la política actual ¿tal vez se refiere a la amnistía para los catalanes? ¿y si se opone a ella? ¿y si le fastidia los presupuestos al presidente? Cada voto vale mucho en el Congreso actual.

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El caso de José Luis Ábalos, exministro de Transportes y exsecretario de Organización del PSOE, refleja la fragilidad de los lazos políticos y la ausencia de solidaridad en la esfera política para algunos.


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