Parece que la historia tiene un sentido del humor peculiar, repitiéndose en los ecos de la política española. Hace unos días, en el programa “Días de radio” de Radio Candil, tuve el placer de ser entrevistado por Almécija, un periodista con la habilidad de sacar a relucir las verdades más escondidas con la misma facilidad que uno encuentra churros en una mañana de domingo.
Durante la charla sobre mi último libro, “Por Andalucía Libre. La postverdad construida sobre el proceso autonómico andaluz”, comentamos cómo, en un déjà vu político, la situación actual se asemeja a la última legislatura del socialista Felipe González. Aquellos eran tiempos en los que los periódicos, todos excepto El País, parecían competir en una olimpiada de escándalos, revelando día tras día casos de corrupción económica, amiguismo y hasta terrorismo de Estado.
Recordemos al almeriense José Barrionuevo, aquel ministro del Interior cuya carrera terminó entre rejas, aunque el juez Baltasar Garzón no logró despejar la incógnita de la X de los GAL. Barrionuevo y Vera se convirtieron en la muralla que protegió a González de la tormenta judicial.
Hoy, en un eco de aquel pasado, el sumario de una nueva trama de corrupción señala con dedo acusador a Koldo García, el hombre para todo del entonces ministro José Luis Ábalos, seguido por el propio Ábalos, el empresario Cueto, y ahora, en un giro que nadie esperaba, la esposa del presidente, Begoña Gómez, y la presidenta del Congreso, Francina Armengol. Todos ellos orbitando alrededor de una nueva X, un gran jefe que, en este caso, también parece ser una red social de intereses.
¿Será que la X marca el lugar donde se entierran los secretos de Estado o simplemente el punto de encuentro de viejos amigos en el poder? Sea como sea, “Mister X” ha vuelto, y esta vez, su sombra se proyecta no solo sobre los pasillos del poder, sino también sobre las páginas de la sátira política. Porque, al final del día, si no puedes confiar en tus políticos, al menos deberías poder reírte de ellos.