El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) ha tomado una decisión cuestionable al elevar su confrontación con Isabel Díaz Ayuso a niveles que rozan lo épico, usando todas las armas disponibles en manos de quien gobierna: Hacienda, la Fiscalía y el coro mediático afín.
La trama que envuelve al caso Koldo, Ábalos, Air Europa, o Globalia -el nombre parece importar menos que los hechos- se complica con cada giro, y la posibilidad de llamar a declarar a Begoña Gómez, esposa del presidente Pedro Sánchez, a una comisión de investigación en el Senado -en el que la mayoría absoluta del PP anticipa el resultado de la misma, en igual medida que sucederá en el Congreso en sentido contrario- se vislumbra en el horizonte. Este escenario no hace sino evidenciar una estrategia que podría calificarse de arriesgada, por no decir errónea. La intensificación de la batalla contra Ayuso no solo ha elevado el tono de la contienda sino que ha allanado el camino para que el Partido Popular (PP) intensifique sus acciones sin vacilación. Si alguien creía que en el PP habría resistencia a llamar a la mediadora, que pierda toda esperanza.
En este punto, es pertinente recordar una frase del rock que bien podría aplicarse a esta situación: "No es saludable acostumbrarse al ruido", de Vetusta Morla. El ruido político generado en torno a este enfrentamiento ha opacado las cuestiones sustanciales, distrayendo tanto a políticos como a ciudadanos de los verdaderos desafíos que enfrenta la sociedad.
La admisión, aunque no desde un punto de vista legal, de los hechos imputados políticamente a la esposa del presidente, sin un contundente desmentido por parte del PSOE, sugiere una batalla en la que se han escogido mal las armas. En lugar de apostar por la transparencia, la rendición de cuentas y el fortalecimiento de las instituciones como pilares de su estrategia, parece haberse optado por la confrontación directa, olvidando que en política, como en la vida, el cómo importa tanto como el qué.
Esta estrategia de confrontación directa podría resultar contraproducente. En el intento de desacreditar a Ayuso, el PSOE podría estar elevando su perfil y fortaleciendo su posición, no solo dentro de su partido sino también en el imaginario colectivo, al erigirla en una figura capaz de resistir los embates de un adversario poderoso.
En este sentido, el PSOE estaría no solo enfrentándose a un molino creyéndolo un gigante, sino que, además, estaría alimentando la leyenda del molino. A ver, sin metáforas ni símiles: siguen agrandando la imagen pública de Ayuso, haciéndola receptora aún más del voto antisistema de la derecha, que unido al de la derecha "pepera" propia, la seguirá haciendo imbatible.
El error estratégico del PSOE, entonces, no reside tanto en el enfrentamiento en sí, sino en el nivel de confrontación elegido, en cómo este enfrentamiento ha sido planteado y en las consecuencias no intencionadas que este puede acarrear. Y en este intento de asedio a Ayuso, el PSOE parece haber olvidado que, en ocasiones, los asedios terminan fortaleciendo a los asediados.
En conclusión, esta estrategia de confrontación a ultranza podría no solo no rendir los frutos esperados sino también debilitar al propio PSOE, incapaz de defender a la esposa de su propio secretario general y presidente del Gobierno, y por lo tanto a éste. Quizás sea momento de bajar el tono, reconsiderar la estrategia y recordar que, en política, los enemigos de hoy pueden ser los aliados de mañana, y que la moderación y el diálogo suelen ser mejores consejeros que el ruido y la furia.
NOTA: Sobre la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, tengo una opinión muy crítica, porque ni me gusta lo qué dice, ni cómo lo dice.