¿Recuerdan aquella serie protagonizada por el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y que no ha llegado a estrenarse? Pues seguramente sea porque están preparando algo mejor, un largometraje de intriga política, que tiene mucho más interés que verle a él y a su esposa comienzo en La Moncloa, como si de Felipe y Letizia se tratase.
Sánchez parece haberse convertido en el protagonista de una trama internacional, bajo una premisa que en realidad es mucho relevante que cualquier otro de los asuntos de nuestra política interna, porque no hay nada más grave que tener un gobernante en manos de una potencia extranjera, y de eso va la película que dirige Mohamed VI.
La última evidencia de la extraña relación se produjo en suelo español, cuando el líder de la mafia marroquí que tiene amenazada a la heredera de Holanda, escapó impunemente ¿Que raro, no? Quién sabe, pero algo huele a couscous en todo esto.
Eso solo sería un capítulo más de la serie. El presidente Sánchez, sin más preámbulos, cambió su opinión sobre el Sahara Occidental, ese pedazo de tierra que fue territorio español y que durante décadas no ha suscitado enfrentamientos entre las distintas formaciones políticas, porque todas, siempre, han defendido el referéndum para la autodeterminación, tal cual recoge Naciones Unidas. ¡Bah! Sánchez decidió subirse al camello de la solución propuesta por Marruecos. ¿Quién necesita principios cuando puedes tener un buen té de menta?
Pero eso no es todo. Las humillaciones hacia España por parte del rey Mohamed VI han sido más frecuentes que los atascos en la Gran Vía de Madrid. Cuando el Gobierno español fue a visitar al monarca marroquí, este estaba de vacaciones. Además, cuando finalmente los recibió, colocó la bandera de España al revés. ¡Ups! ¿Un simple error o un mensaje cifrado? El cuadro que muestra el mapa de Marruecos, incluyendo el Sáhara (que no les pertenece) y Ceuta y Melilla (que tampoco son suyas), fue otra guinda en otro pastel... o pastela.
Pero no todo es diplomacia de salón de te. Las pateras siguen llegando a nuestras costas como si fueran taxis acuáticos, porque ese buen rollito Mohamed-Sánchez no las ha parado. ¿Y qué hace la guardia civil? Nada. No tienen medios ni personal suficiente, y el Gobierno no solo no pone más medios ni más personal, sino que cuando algo funciona, como el equipo Ocón, lo retira.
Y las narcolanchas, esas enormes embarcaciones que transportan droga, se multiplican como gremlins después de medianoche. ¿Y el Gobierno? ¿tomando té y pastas? ¿fumándose Ketama? Eso es cosa de película, pero no de las buenas.
Pedro Sánchez parece estar en manos del rey de Marruecos, y no precisamente para bailar "el tiburón, el tiburón" sino "el Pegasus, el Pegasus".