Pues eso, que quien quiere dimitir... dimite, y eso bien lo sabe incluso quien amaga y no lo hace, como el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
En una carta dirigida a la ciudadanía -cualquier cosa antes que una rueda de prensa con periodistas-, Sánchez anunció que se tomará hasta el lunes para decidir su próximo paso tras la toma en consideración de una denuncia presentada por la peculiar Asociación Manos Limpias. La denuncia se basa en titulares de periódicos sobre Begoña Gómez, la esposa del presidente. Pero recordemos, para los olvidadizos que esta misma entidad -lo de "sindicato" no acabo de verlo- se querelló contra Cristina de Borbón e Iñaki Urdangarín, por ejemplo, pero también presentó quejas en distintas instancias contra la emisión de una serie infantil en la televisión, contra el matrimonio igualitario, contra Baltasar Garzón, contra... en fin, que el aburrimiento es muy malo.
La situación ha generado desazón tanto a nivel estatal como internacional. ¿Por qué? Porque cuando alguien quiere dimitir, lo hace. Recordemos ejemplos históricos: Adolfo Suárez dimitió y se eligió un nuevo presidente, Calvo Sotelo. Incluso Felipe González, siendo secretario general del Partido Socialista, dimitió cuando quiso eliminar el marxismo del ideario del PSOE y no logró apoyos suficientes... y luego regresó aupado por un liderazgo renovado.
En el ámbito político, las dimisiones son comunes. Pedro Sánchez también dimitió en el pasado, cuando se sintió presionado porque su “no es no” durante la votación para echar a andar la legislatura de Mariano Rajoy, no contaba con el respaldo del viejo aparato del partido. Dimitió como Secretario General y luego como diputado, pero finalmente regresó como secretario general tras otras primarias, y como presidente del Gobierno mediante una moción de censura.
Insisto, quien quiere dimitir, incluso si se llama Pedro Sánchez, dimite.
Entonces, ¿qué está pasando con Pedro Sánchez? La respuesta es un tanto patética. Critica él y quienes le apoyan -porque cuando más débil sea el presidente, más fuertes son quienes le sostienen- que se han traspasado todas las líneas rojas por "atacar" al entorno familiar del presidente, su esposa y su hermano... y lo dicen los mismos que han atacado al entorno de la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, los mismos que atacaron a Alberto Núñez Feijóo por una subvención a su mujer cuando era presidente de la Xunta, y que luego el propio medio que lo publicó tuvo que reconocer que era falsa la noticia. A esos entornos si se les puede atacar, a los de la izquierda no.
¿No han atacado, por ejemplo, al entorno familiar de Juanma Moreno, presidente de Andalucía?
¿Que esto es peor? La inmensa mayoría de lo publicado no son ataques, sino informaciones que, comprensiblemente, desagradan a los protagonistas, pero que más allá de contestar con un "es falso", no aportan ni una prueba que las contradiga... y no se atreven a llevarlas al juzgado porque entonces la carga de la prueba recaerá en ellos, ya que tendrán que demostrar que lo publicado es injurioso o calumnioso.
Si Sánchez decide dimitir, se elegirá un nuevo presidente en el Congreso, y ya está. Y si lo desea, en su mano está convocar elecciones. No hay motivo para alarmarse.
Lo verdaderamente alarmante es que el presidente se tome cuatro días de vacaciones por asuntos personales en medio de esta situación crítica.