Opinión

Un día para la historia

Juan Torrijos Arribas | Jueves 30 de mayo de 2024

Hoy está previsto que en el congreso de los diputados se ponga por encima de la ley, de la moral y de la ética los intereses de un solo hombre. Hoy está previsto que la justicia pida perdón a los delincuentes, que los políticos siembren la semilla de la destrucción de lo que debería ser la justicia, la razón, el futuro de un país. A lo largo del día de hoy está previsto que España se divida entre los que quieren amnistiar a unos delincuentes y los que prefieren que este país impere una ley justa para todos, una ley que no se entregue en manos de unos políticos sin moral, unos políticos que solo piensan en sus intereses, o en los intereses sin escrúpulos de una sola persona: Pedro Sánchez.

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Pedro Sánchez lo ha logrado. Hoy España habrá un dado paso más hacia esa sima en la que se pierde el respeto de la gente, esa línea roja que debe separar a los que quieren un país en pie, que se mire en el espejo y no solo vea el interés de los corruptos, de los que son capaces de vender a su madre con tal de mantener el poder. Por siete votos un partido se abre en canal, por siete votos un partido se deja el prestigio, si es que le queda alguno, en un día que habrá que recordarle cada vez que quieran hablar de justicia, de moral o de ética.

Han vendido las instituciones, han comprado a los corruptos, que en todos los sectores los hay, especialmente en la justicia, y han hecho a lo largo de estos años, culminando con la ley de la amnistía que hoy se aprueba, unas leyes en las que día a día han abierto una brecha más profunda entre la ley y la democracia. Cuesta trabajo creer que hoy estamos viviendo en España una democracia plena, cuando vemos que se gobierna y se legisla solo por y para el interés de que una persona mantenga el poder por encima de que sea.

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Si hace falta cambiar una ley, un congreso silente vota lo que dice el vendedor de perlas falsas, y si es necesario, ya se ha cambiado a unos jueces para que avalen lo que un futuro dictador necesite el día de mañana. Y todo ello apoyado por una sociedad que llena los campos de fútbol, las ferias de pueblos y ciudades, pero que se encierra cobardemente cuando se lo pide el político de turno. Un ciudadano complaciente que está convencido de que la ley de la amnistía, que se aprueba a lo largo de hoy en el congreso no le va a afectar en el futuro. Y es posible que sea así. Él solo quiere que le den una paguilla a final de mes.

El honor, la ética, la moral, es algo que no le preocupa. Solo quiere que gane su equipo cada fin de semana. Y que los políticos hagan lo que les dé la gana. Ante la papeleta que van a depositar en cualquier elección, el nueve de junio a la vuelta de la esquina, solo tienen una cosa clara: Si los suyos son corruptos, los otros lo son más. Es el final del fanatismo al que nos han querido llevar las sectas políticas que nos gobiernan.


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