Opinión

Un problema mayor pendiente de solución

Juan José Morón. | Viernes 31 de mayo de 2024

La mayor parte de los males que se padecen en este pueblo son la consecuencia de descuidos, errores o desórdenes previos, e incluso de hechos aparentemente poco importantes. Todos escuchamos esa recurrente frase que dice: «de aquellos polvos vienen estos lodos», siempre refiriéndose a un paso de mal reparto de tierras, de desamortizaciones desproporcionadas e irregulares, e incluso a la dictadura de Miguel Primo de Rivera (Dictadura desde 1923 a 1930) y la siguiente de Francisco Franco (Dictadura desde 1936 a 1975) Es evidente que mucho daño hicieron a nuestra tierra, aunque a estas alturas y después de 48 años de democracia, ya no me vale esa frase ni excusas más que para apuntar al núcleo de los males pasados por Andalucía, tanto desde los últimos siglos como hasta los últimos años. Ahora y después del periodo que llevamos en democracia, con autogobierno, voz y voto, solo admito esa frase si los lodos representan a los andaluces y los polvos a nuestra situación actual. Tiempo hemos tenido para solucionarlo, quizás lo que faltaron fueron otras cosas.

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Ahora que no estamos en siglos ni tiempos pasados, ahora tenemos formación, tenemos otros recursos y debemos utilizar las capacidades propias para enderezar la situación en la que se encuentra Andalucía, todo ello antes de permitir que se rompa la paz social. Parto de una máxima, de seguir con la misma tendencia económica y separación continua con el resto del país; tarde o temprano, la paz social terminará reventando. O igual esperamos y continuamos con el hundimiento desproporcionado de la economía andaluza con el resto de España hasta que muera la democracia, al igual que hicimos con la última dictadura. O lo que es peor, ¿tendremos que esperar a que muera Andalucía? De la misma forma que rebajamos el porcentaje de analfabetismo, ya escolarizamos a la cuasi totalidad de nuestros menores, pero a aquellos que no pudieron votar en 1980 por la autonomía de Andalucía y por no poder leer la papeleta, que no digo entenderla, aquellos fueron bajando en porcentaje, como el ABC en lectores o la banca en clientes sin utilizar sus aplicaciones, según fueron falleciendo. Esos nunca fueron atendidos.

Sin duda, la competitividad de los mercados aprieta a una continua evolución de toda la sociedad. El valor añadido a nuestra productividad es uno de los pecados, si no el mayor, más grande que tenemos en nuestra tierra, debemos añadir valor a todo lo que producimos, incluidas nuestras actitudes y aptitudes, la de todos los andaluces. Andalucía tiene que medir esas productividades y auto obligarse a unos mínimos admisibles para alcanzar el camino de la recuperación. Me refiero a todos los sectores y a todos los andaluces, desde los estudiantes hasta los pensionistas, todos y de cualquier tendencia ideológica o de ninguna, todos indistintamente de su edad, sexo, religión, origen étnico, clase social, nivel cultural o forma de peinarse, todos.

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Andalucía no debe volver la cara al campo, al mar, a nuestras tierras ni a nuestras empresas. Todo el sector servicios, todas las empresas. El turismo reglado, para que nuestra tierra no se convierta en un parque temático, la formación y cultura, la agricultura, ganadería, minería y pesca, entre otros, son sectores a los que nadie da valor, sectores que son los únicos que nos han mantenido siglos y siglos, sectores faltos de aplicación razonada para su lógica integración social y económica, sectores en los que tiramos la toalla hace mucho tiempo, ahí están los resultados y cifras actuales. Seguramente motivado por aquellos lodos, pero como dije, excusas que ya no puedo admitir.

Andalucía necesita una medición correcta de la productividad de sus tierras y sus empresas; no es de recibo el que exista una población tan alta y con un endémico desempleo contando con tantas hectáreas de terreno insuficientemente rentabilizadas. No es concebible que existan fincas de recreo con cientos de hectáreas cuando junto a ellas, dentro o en la misma comarca, existen municipios con una impresionante tasa de desempleo. No podemos admitir que existan empresas con pérdidas continuadas año tras año, empresas mal gestionadas con bajísimo nivel de beneficios o ninguno, empresas que no superen un mínimo de evolución o resultados, empresas que no aportan a nuestra sociedad o fincas, explotaciones agropecuarias y empresas, que solo viven de subvenciones sin aportar nada a las arcas de Andalucía. Estoy seguro que me sobrarían dedos para contar las empresas andaluzas que superarían una auditoría de gestión.

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No nos llevemos las manos a la cabeza, me refiero a la aplicación de valores econométricos objetivos, un modelo estadístico o matemático que represente la relación entre una serie de variables. Su utilización siempre permite hacer estimaciones acerca del efecto de una variable sobre otra para hacer predicciones acerca del valor futuro de las variables; no me refiero a quitar nada a nadie, simplemente miro los cuadros cuantitativos, el nivel del PIB per cápita en Andalucía comparado con el del resto del país, el nivel de desempleo igualmente comparado con el del resto del país, el porcentaje de alfabetización, etc. Andalucía no puede continuar así.

Hay que limitar el número de hectáreas de recreo o improductivas por propietario y provincia. Hay que marcar unos niveles mínimos de productividad y empleo en nuestras tierras o empresas, según baremos de capacidad de producción por tipo de terreno, sector y similares, nivel de la evapotranspiración de las aguas, sustratos y otros econométricos en el caso de terrenos o fincas, todo ello para que Andalucía pueda condicionar la admisión de explotación de sus tierras y según sus posibilidades en el mercado, es preciso evolucionar los cultivos intensivos, etcétera. Al igual que en las empresas, el seguimiento de umbrales de rentabilidad, evolución con el mercado y similares mediciones para una lógica mejora productiva.

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Repito que no se trata de quitar nada a nadie, pero de la misma forma que se expropia, previo pago, cualquier terreno ante la necesidad por progreso social y para el paso de una vía férrea, autopista o similares, hay que tomar medidas para que los propietarios de terrenos y empresas, repito que de negativa productividad declarada y según baremos econométricos mínimos, no aporten desarrollo a nuestros ciudadanos según niveles igualmente mínimos marcados por los índices de producción necesarios, cambien esa tendencia. Tenemos que evolucionar social y mercantilmente, tenemos que mejorar. Los resultados en las cuentas de explotación, el umbral de rentabilidad, punto de equilibrio o similares, será uno de los objetivos a seguir por nuestros gobernantes. O dicho más directamente, con el nivel de paro que tenemos, PIB per cápita de los andaluces y continua separación con respecto al resto del país, Andalucía y los andaluces no deben permitir que existan terrenos o empresas mal gestionadas o sin explotar debidamente, mal o sin desarrollar tecnológicamente de forma adecuada, mal o sin añadir valor alguno a nuestra producción, sin generar riqueza, sin aportar positivamente a nuestro PIB, sin ingresar por beneficios en nuestras arcas y sin generar el debido empleo. Lacra y motor principal de nuestra situación actual. El sistema debe supervisar esas mínimas rentabilidades de explotación, gestión y similares, según cada explotación y sector, condicionándolas a una explotación adecuada y según baremos por mediciones socioeconómicas. Todo ello empezando por el propio servicio de empleo y costes de desempleados. Las subvenciones no ayudan para desarrollar todo esto, Andalucía no precisa de subvenciones, precisa de esas inversiones robadas, de grandes proyectos de recuperación. Volviendo a recordar que los primeros responsables y los primeros que tenemos que cambiar somos los andaluces. Empezando por no ceder bastón de mando alguno, en las instituciones de fuera de nuestra tierra, a representantes que no sean andalucistas, a esos representantes de organizaciones ajenas a nuestros problemas, a nuestra gente, a nuestro pueblo.

Nuestro futuro debe basarse solo en el hermanamiento del pueblo andaluz, en el diálogo y el entendimiento para conseguir defender debidamente nuestra tierra, nuestra producción y a todos los andaluces.


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