Opinión

Está muerta y no lo sabe

(Foto: malasombra).
Rafael M. Martos | Miércoles 12 de junio de 2024

Se suele decir, con razón, que la primera medida que hay que tomar para resolver un problema es reconocer que se tiene, y eso parece que no está en la mente del presidente de Gobierno, Pedro Sánchez. Basta con haberle escuchado en la sesión de control al Gobierno, en la que sacaba pecho frente a Alberto Núñez Feijóo, como si el Partido Popular hubiese perdido las elecciones europeas y el Partido Socialista las hubiese ganado. Sin embargo, la realidad es otra: el Partido Popular ha ganado nueve escaños, mientras que el Partido Socialista ha perdido uno. Además, el Partido Popular ha sacado cuatro puntos de diferencia al Partido Socialista y dos escaños más.

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La situación se agrava cuando observamos el desempeño de los socios del Partido Socialista. Prácticamente todo el arco parlamentario, con la excepción del PP y Vox, ha perdido o se ha quedado como estaba. La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, ha presentado una división interna, dimitiendo de Sumar pero quedándose en el Gobierno... dice que es lo que mejor sabe hacer, pues vaya... los votantes no deben pensar lo mismo, ni en Galicia, ni en País Vasco, ni en Cataluña, y en el conjunto del Estado.

Esta situación refleja el castigo que los ciudadanos han infligido al PSOE y a sus socios, y por tanto a la legislatura. Está muerta, y no lo sabe.

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El problema radica en que Pedro Sánchez sigue sin reconocer que su situación va de mal en peor. Mientras él pueda seguir de presidente, parece que no hay problema. Pero, ¿cuánto tiempo le queda en el cargo? Es difícil de saber, pero hay señales claras de que su tiempo se está agotando. Yolanda Díaz, por ejemplo, podría darse cuenta de que estar en el Gobierno solo le genera problemas, ya que debe asumir la política del conjunto del Gobierno, mientras que desde fuera puede criticar sin complejos, lo que ha permitido a Podemos aguantar con 2 europarlamentarios.

En Cataluña, la situación es aún más complicada. Esquerra Republicana y Junts han pactado para que la presidencia del Parlament sea para Junts, lo que deja a Esquerra en una posición desfavorable, ya que los de Puigdemont lograrían también para éste la presidencia del Gobierno catalán, y ERC, a verlas venir.

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Si trasladamos esta situación al Congreso de los Diputados, Pedro Sánchez se enfrenta a un dilema: si permite que el Gobierno de Cataluña quede en manos de Puigdemont, tendrá problemas con el PSC. Si no lo permite, podría perder el apoyo en el Congreso de los 7 de Junts.

Pedro Sánchez se encuentra en una encrucijada si a Sumar le da por presionar desde la izquierda hasta bloquear la legislatura, y si a Junts le da por negar sus votos en el Congreso, o por el contrario lo hacen los diputados del PSC. La aprobación de la amnistía, los indultos y otras medidas que benefician a Cataluña no han sido suficientes para asegurar su posición.

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La situación huele a elecciones, y Sánchez podría utilizar esto como una excusa para justificar su incapacidad para gobernar con la radicalidad que ahora pretende tener su partido. La negación de los problemas solo agrava la situación, y el tiempo para Pedro Sánchez se está agotando.


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