Opinión

La venta del seminario

(Foto: malasombra).
Juan Torrijos Arribas | Jueves 13 de junio de 2024

Tras la aparición en un digital religioso, Infovaticana, que ha vuelto estos días con información sobre la venta del seminario almeriense, edificio que renovó casi en su totalidad el anterior obispo, Don Adolfo Montes, y que parte de esas y otras obras llevaron al desajuste económico del obispado, vemos que tampoco ha pasado inadvertido en Almería, y en las páginas de algún rotativo de la ciudad se han venido haciendo eco de la información del digital católico.

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No creo que a la sociedad almeriense en sí le preocupe demasiado la venta o no del edificio religioso del seminario. Los propietarios del mismo, en este caso la Iglesia Católica, tienen el derecho de hacer con él lo que crean más necesario para sus intereses económicos, pero da la impresión de que la curia almeriense anda dividida con esta cuestión, se ha levantado cierta expectación entre los ciudadanos de la provincia vinculados con la Iglesia. Tuve en su día la oportunidad de conocer las obras que se estaban realizando en el mismo, y les puedo asegurar que hoteles de cuatro o cinco estrellas no tienen la calidad de este remozado seminario que ahora se quiere enajenar con la llegada de la nueva cúpula de la iglesia a la provincia.

Desaparecieron las grandes mesas de mármol, ¡hermosas mesas! los enormes armarios de su comedor que llegaban hasta el techo, así como todos los muebles que se consideraron “viejos” para aquellos nuevos restauradores llegados de la hermosa y amurallada Avila de los caballeros. Es de imaginar que muchos de ellos acabarían en manos de amigos con cortijos, anticuarios o rastros donde encontrar parte de esa historia que, entre todos, y con la presencia de gente venida de fuera, no han sido, o no hemos sido capaces de conservar. En su lugar el diseño en el mobiliario, las últimas calidades en ventanas y puertas, suelos y aseos formaron parte de ese nuevo centro de estudios religiosos que se presentaba como la pujanza económica del obispado almeriense en aquellos tiempos. Visto lo visto en el tiempo, lo de la pujanza no parece que fuera así, y a las deudas asumidas nos remitimos. Fue una inversión millonaria, se ha dicho desde la oposición al anterior obispo, una obra de lujo que no ha tenido repercusión en las vocaciones, y que llevó casi a la ruina a la Iglesia almeriense en su conjunto, y a su obispado en particular.

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¿Sabían los feligreses de la provincia que entregaban su óbolo en la misa de cada domingo a dónde iban los dineros? Me dirán que la pregunta ya no tiene importancia, y la respuesta tampoco. Puedo estar de acuerdo con la apreciación. Los gobiernos se gastan los dineros que nos sacan de nuestros bolsillos, algunos aseguran que no deja de ser un robo, cuando lo hacen como quieren y les da la gana, no es el caso de la Iglesia, a la que los óbolos se los ofrece el ciudadano con total libertad y altruismo, pero vemos que al final, hacen lo mismo que los políticos: Ellos también se gastan el dinero cómo les da la gana.

La pregunta sería: ¿El seminario, en parte, solo en parte, no debería ser también de esos ciudadanos?


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