La prisión provincial de Almería, conocida también como Centro Penitenciario de Almería-El Acebuche, se erige como uno de los establecimientos penitenciarios más antiguos y, lamentablemente, más problemáticos de Andalucía y de toda España. A pesar de estar en pleno siglo XXI, este centro no ha sido actualizado para cumplir con los estándares modernos y se encuentra atrapado en un sistema híbrido obsoleto, donde todavía existen celdas que no se abren de manera telemática. Este rezago tecnológico se suma a una serie de graves problemas que hacen de esta prisión un lugar particularmente difícil tanto para internos como para el personal penitenciario.
Uno de los principales problemas que enfrenta la prisión es su envejecida plantilla. Con una edad media de 54 años, los funcionarios de Almería representan una de las fuerzas laborales más antiguas del sistema penitenciario español. Este envejecimiento, unido a la sobrepoblación y la falta de personal, genera un entorno de trabajo altamente riesgoso y estresante.
La masificación de internos es un problema crónico en Almería. A pesar de su capacidad considerable, el centro opera regularmente por encima de sus límites, alcanzando cifras récord de hasta 935 internos en un espacio diseñado para 890 camas. Esta sobrecarga no solo viola el artículo 16 de la Ley Orgánica 1/1979 sobre la separación de los internos, sino que también impide la individualización del tratamiento, vulnerando el artículo 25.2 de la Constitución Española. La saturación no solo compromete la seguridad del centro, incrementando los conflictos entre internos, sino que también dificulta la gestión de situaciones de convivencia problemáticas.
La falta de personal penitenciario agrava aún más la situación. Cinco módulos de la prisión permanecen cerrados debido a la escasez de recursos humanos, lo que limita la capacidad de separar a los jóvenes de los adultos o a los reincidentes de otros internos. Esta insuficiencia organizativa facilita las agresiones entre presos y hacia los funcionarios. En lo que va del año, ocho funcionarios han sido agredidos, un reflejo del peligro constante que enfrenta el personal.
Tras la inversión que se realizó en la Torre de Control de la prisión del El Acebuche, todavía se desconoce cuándo piensa el Ministerio del Interior poder cubrirla con el personal que necesita para ponerla en funcionamiento. Además de las 12 garitas de vigilancia en seguridad exterior con las que cuenta la prisión del Acebuche
Desde la creación en la prisión de Almería del área "Servicio de Interior 2" por el año 1.997, no se ha dotado de más personal a esta área, a pesar del aumento de funciones y de puestos de trabajo en este servicio en estos últimos 27 años en los que se ha ampliado entre otras zonas, la zona de locutorios, la zona del vis a vis, la zona de videoconferencias con las autoridades judiciales y la zona de abogados y/o procuradores.
Además de los problemas de seguridad y organización, la sanidad penitenciaria en Almería está en un estado crítico. Dependiente del Ministerio del Interior, la sanidad en las prisiones españolas ya enfrenta una cobertura insuficiente, con solo el 40% de las plazas de médicos cubiertas. En Almería, la situación es aún más precaria: con la jubilación inminente de uno de los médicos, el centro quedará con solo tres médicos para atender a aproximadamente 800 internos. Esta carencia obliga a recurrir a la telemedicina, una solución limitada que no puede sustituir la atención médica presencial necesaria en un entorno tan complejo y demandante.
La situación en el Centro Penitenciario de Almería es un reflejo de la desatención y la falta de recursos que caracterizan a muchas prisiones en España. La combinación de una plantilla envejecida, sobrepoblación, falta de personal y carencias sanitarias crea un entorno insostenible que requiere de una intervención urgente. Sin mejoras significativas en infraestructura, personal y recursos, la crisis en Almería no solo persistirá, sino que seguirá poniendo en riesgo la seguridad y la dignidad de todos los que viven y trabajan en esta prisión.