En el Congreso de los Diputados, Pedro Sánchez, nuestro ilustre presidente, ha presentado su plan sobre los medios de comunicación, conocido coloquialmente como el “Plan Begoña”, porque casualmente se le ha ocurrido meter en vereda a la prensa justo cuando su esposa y su hermano han empezado a aparecer en los titulares por presuntas corrupciones. Y mientras prometió una y otra vez derogar la llamada Ley Mordaza y en seis años no ha hecho nada al respecto, ahora solo tiene interés en tocar los aspectos relacionados con la libertad de expresión, de tal modo que deje de ser delito el ultraje a la Corona, pero vaya, lo relacionado con los políticos y con el Gobierno, eso merece la mayor de las condenas, eso es sanchar la democracia.
Sí, Pedro Sánchez afirmó que sus medidas -que por otro lado demuestran que trabaja muy poco- tienen como objetivo, según él, “ensanchar la democracia”. Pero, ¿qué significa realmente “ensanchar la democracia”? O mejor dicho, ¿qué significa “sanchar la democracia”?
Al parecer, la democracia en España es demasiado estrecha y necesita ser “sanchada”. Y para lograrlo, nada mejor que colocar a militantes socialistas, exmiembros del Gobierno y similares al frente de todas las instituciones del Estado que, por ley, deberían ser independientes (Fiscalía, CIS, RTVE, EFE, TC...). Porque, claro, ¿qué mejor manera de sanchar la democracia que llenarla de amigos y conocidos?
En plena era digital, cuando todos los medios están digitalizados o simplemente no existen, el presidente ha decidido destinar 100 millones de euros a digitalizar los medios. Esto, después de criticar que hay quienes quieren comprar a esos mismos medios con publicidad. Porque, claro, hay que sanchar la democracia y, para ello, es fundamental gastar una cantidad ingente de dinero en algo que ya está hecho.
Además, para primar la información, ni el presidente ni sus ministros responden jamás a las preguntas de los periodistas sobre asuntos espinosos. Se limitan a circunloquios vacíos, porque, claro, hay que sanchar la democracia y, para ello, es mejor no decir nada concreto, que luego ya se sabe... se dice que no se pactará con Bildu ni con Podemos, que no habrá ni indultos ni amnistía, que se traerá a Puigdemont ante la Justicia... y van y te sacan que has mentido, y eso no, hasta ahí podíamos llegar.
Y como hay que sanchar la democracia, el presidente se hace eco de un bulo sobre la esposa del portavoz de la oposición. Aunque el medio que lo publicó reconoció el error, ni él ni su vicepresidenta primera se han retractado de sus palabras en el Congreso. Porque, claro, hay que sanchar la democracia y, para ello, es mejor no admitir errores.
El medio que dijo que el juez que lleva el caso de su mujer tenía dos DNI distintos y un montón de propiedades, dirigido por un exresponsable de comunicación del PSOE, no tiene el calificativo de pseudomedio. Porque, claro, hay que sanchar la democracia y, para ello, es mejor no cuestionar a los amigos.
Pero para tener tanto interés en sanchar la democracia, el presidente demuestra habérselo trabajado poco, porque casi todo lo que dijo en el Congreso se corresponde con un Reglamento de la Unión Europea de obligado cumplimiento, y lo demás ya existe. ¿La propiedad y accionariado de los medios? Búsquese en el Registro Mercantil. ¿Injurias, calumnias y delitos contra el honor? Léase el Código Penal y el Civil.
¿Que se publican procedimientos judiciales e informes policiales de asuntos que luego se archivan? Pues háblelo con la Policía y con los jueces, que los periodistas nos limitamos a contar lo que ellos investigan y ni ponemos ni quitamos.
En resumen, con Pedro Sánchez vamos directos a tener una democracia más “sancha”, cada vez más “sancha”. Porque, claro, hay que sanchar la democracia, y para ello, es mejor hacerlo al estilo Sánchez.