En infinidad de ocasiones hemos oído decir que «eso en España no puede suceder». Esta frase se refiere a ciertas atrocidades cometidas por dictaduras comunistas y republicas bananeras, que jamás podrían consentirse en democracias del ámbito occidental y, especialmente, bajo la cobertura supranacional de la Unión Europea (UE).
En un pseudoestado de derecho ocurren cosas que, aun la cobertura de la UE, se lo puede permitir un presidente de gobierno que no oculta sus preferencias totalitarias al estilo de los dictadorzuelos bolivarianos y comunistas en general. En España ya se ven y se permiten cosas como las siguientes:
Un juez entra en La Moncloa para tomar declaración por presuntos delitos de tráfico de influencias y corrupción en los negocios; el fiscal general del Estado recurre la citación de Pedro Sánchez como testigo; el testigo Pedro Sánchez, adalid de la transparencia, se niega a declarar; la Abogacía del Estado recibe la orden de Pedro Sánchez para denunciar por prevaricación al juez del caso Begoña; el presidente del Gobierno de España hipoteca la soberanía nacional, rompe el principio de igualdad y entrega la Hacienda pública a los secesionistas de la izquierda republicana de Cataluña; el caso Begoña dispara una cacería contra los medios de comunicación y periodistas desafectos con el régimen sanchista… y así podríamos relacionar una infinidad de acciones de imposible encaje en gobiernos y países que superen un aprobado raspado en democracia.
Pedro Sánchez se dispone a liderar la nueva reserva bolivariana de Occidente, y para ello necesita detentar el poder, mantenerse en el tiempo y apoyarse en los más abyectos compinches.
Ya se veía venir que lo del «Manual de resistencia» y las resiliencias no eran ejercicios literarios del ensayo. Ahora, el género epistolar plañendo como víctima del desafecto proveniente de los pseudomedios y la derecha extrema, es la esencia de los dictadores que ven en la amenaza externa y los contubernios internos el motivo para sacrificarse y continuar en el poder ante las malvadas amenazas que nos asolan. Así, estos personajes son muy reacios a aceptar ningún error y no reconocen el desprecio de la gran mayoría de ciudadanos; que, por cierto, ya los tiene en sus propias filas, hasta Juan Espadas le ha salido contestón. Aunque en este caso, ya saben: de perdío, al río.
Este presidente hará todo lo que sea menester por mantenerse en el poder. Entregar la Hacienda a los de ERC no es lo peor que podemos esperar. Quedan cosas por ver y padecer. Será muy difícil que abandone el poder a pesar de no ganar las elecciones y, por supuesto, nadie espere que a pesar de las corrupciones cometidas alguien se abochornará o dimitirá: se amnistía… y a otra cosa.
La única oportunidad, antes de pasar de Guatemala a guatepeor, es la moción de censura. Este procedimiento -por ahora- es el más letal en democracia para deshacerse de un gobernante tóxico. Los comportamientos que incluyen las mentiras, los bulos, las componendas y las traiciones no son homologables a procesos electorales transparentes y limpios. Por eso, mientras sea posible, la moción de censura evitaría que España lleve camino de ser la reserva bolivariana de Occidente.