Opinión

¡Agosto: vacaciones!

(Foto: malasombra).
Juan Torrijos Arribas | Jueves 01 de agosto de 2024

Si los recuerdos nos hicieran revivir, si ellos quitaran las sombras de nuestra alma, las edades en nuestras arrugas y los dolores en nuestros huesos, los mismos estarían llenos de hermosos y remotos días ocurridos en cada uno de los meses de agosto vividos. Los primeros amores llegaban siempre en tiempos de estío, y agosto era el mes de verano por excelencia en Almería. Si a algo o a alguien olvidamos en este mes, los políticos son los primeros que se caen de nuestra mente. Claro que era en otros tiempos.

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Hoy se vuelve casi imposible que no estén presentes en nuestras vidas, están en todas partes, nos atosigan hasta la extenuación, no dejan que nos bañemos tranquilos en nuestras playas, y vemos prohibiciones en todas y cada una de sus prácticas de gobierno. Me gustaría prometerles que durante estos días agosteños nos vamos a olvidar de los políticos en estas líneas, pero sé que no lo voy a lograr. Lo voy a intentar, lo juro, pero, como no creo que nos dejen vivir en paz durante los próximos treinta días, no se enfaden si no cumplo mi palabra.

Escribiremos de amores perdidos, de aquellos nombres que guardamos y a los que acudimos en esas noches en las que Morfeo no está por darnos descanso. De aquellas ferias vividas en el Parque, en las Almadrabillas, en el Palmeral, en la Avd del Mediterráneo. De la caseta “El Botijo”, una de las primeras que se montaron en la feria de agosto, y de todas esas pequeñas cosas que formaron y siguen formando la vida de los almerienses de bien. Los que se levantan cada mañana sin ánimo de hacer daño al rival, los que no sienten envidia del vecino de arriba, ni siquiera del que puede disfrutar de un apartamento en la playa donde olvidarse de los rigores de este mes de agosto.

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Nos cuentan historias sobre el cambio climático y sus temperaturas en nuestra tierra, pero en los años sesenta-setenta, cuando el aire acondicionado aún no había llegado a los hogares almerienses, las calurosas e insoportables noches de agosto las pasábamos en el terrao de la Plaza Galeno, sobre una manta, a la espera de que la madrugada levantara algo de brisa que desde el mar llegara hasta el barrio de la Almedina. Nos intentan asustar ahora, pero las altas temperaturas ya las hemos vivido en nuestro cuerpo, y recuerdos de aquellas se quedaron grabadas en imágenes de nuestra juventud.

Estoy llegando al final y no he hablado de los políticos. Ni de los buenos, si es que hay alguno, ni de los malos, que los hay a mogollón. Si sigo por este camino soy capaz de conseguirlo. Ya veremos mañana.

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