He vuelto a subir en estas vacaciones a las Menas, he visto su deterioro, su languidecer ante la mirada de los políticos que tuvieron y tienen alguna responsabilidad en la zona. Y recordaba algo escrito sobe este hermoso paisaje, que no ha tenido hombres que lo hayan defendido con fuerza.
Corría el año 1964 o 65, faltaban dos o tres para que cerraran las minas. El grupo de teatro de Educación y Descanso y el grupo de baile, al frente el gran Richoly, subieron a la barriada de Las Menas a representar una obra de teatro, y ofrecer un recital de cante y baile. Las empinadas cuestas y los profundos barrancos no le gustaron la maestro, junto a la tartana que renqueaba por aquellas carreteras, y en un arranque de los suyos, le dijo al conductor que parara la tartana, que prefería seguir andando.
No recuerdo la obra que se representó, mi querido Luis Criado, que ya no está entre nosotros, seguro que se acordaría del nombre, del autor y de los actores que la interpretaron. Es como una nebulosa la que tengo de aquel día y de lo que se vivió entre aquella gente.
Pasaron los años, Las Menas recibieron el empujón del dinero público, y las visitas se repitieron. Recuerdo una con Antonio Maresca, cuando lo nombraron presidente del complejo. La recuperación de las casas de los mineros, así como la decoración, estuvo a cargo de María José Lasaosa. No dejaba de sorprender la modernidad ante el clasicismo británico, pero aquello era un lujo que no se sabía cómo acabaría. Y acabó como conocemos, cerrando todas las puertas, las ventanas, los jardines y las ilusiones de los que vieron en Las Menas algo que habría que haber cuidado como un espacio único en Almería.
El hotel cerró sus puertas, se dijo que la Junta no permitía la construcción de una piscina, y sin ese elemento, perdían la posibilidad de tener clientes en la época veraniega, y sin ese ingreso el mantenimiento se hacía casi imposible.
A veces me cuesta trabajo creerlo, pero, cada vez que la administración mete dinero en algún proyecto y manda a un político, cualquier político la ruina se cierne sobre el mismo. Las Menas fueron perdiendo vigencia, y con el cierre del hotel se perdió cualquier posibilidad de mantener la zona. En el dos mil dieciséis, hace ocho años, andaba de delegado de turismo Alfredo Valdivia, en una reunión en la que estaba presente el alcalde de Serón, Juan Antonio Lorenzo, hoy cabeza del Psoe provincial y diputado en Madrid, hubo un compromiso de que en menos de un año se abriría el dichoso.
Hoy los vecinos de Serón, callados durante años recogen firmas para que el hotel no se subaste. Si la actual lucha la hubieran llevado a cabo en su momento, con el poder en manos de los socialistas, lo mismo Las Menas seguirían siendo ese lugar único de nuestra provincia, pero entonces callaron, les debió decir el alcalde que miraran para otro lado, y eso hicieron. Ahora a todos nos toca el llanto y el crujir de dientes.
Me ratifico cada día más: todo lo que tocan los políticos acaba en ruina, cuando no en vergüenza. Lo del 8 de agosto no logro olvidarlo. ¡Qué vergüenza de gobierno!