El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, ha alzado su voz recientemente en contra del pacto fiscal acordado entre el PSOE y ERC, un acuerdo que, según sus declaraciones, resultaría perjudicial para los intereses de Andalucía. En su visita a la Sierra de Mijas, Moreno invocó la memoria colectiva de los andaluces, llamando a la movilización popular "como en los años setenta, cuando nos manifestamos para pedir café para todos". Sin embargo, presidente, permítame decirle que la historia no fue así.
Dejando de lado el debate sobre si este pacto es favorable o no para Andalucía (que es perjudicial, y mucho), es importante aclarar y contextualizar lo que realmente motivó a miles de andaluces a salir a las calles el 4 de diciembre de 1977. Aquella manifestación histórica no fue para pedir igualdad entre todas las comunidades autónomas de España -que no existían porque aún quedaba un año para aprobar la Constitución- ni para clamar por eso que se denominó "café para todos", en el sentido de que todos tuviesen iguales competencias y rango. Esa interpretación, que con los años ha sido repetida en numerosas ocasiones, no refleja la realidad de lo que se pretendió.
El 4D, los andaluces se manifestaron convencidos de que no podían dejar escapar la oportunidad que se presentaba ante ellos. No fue un grito en pos de la igualdad entre comunidades, territorios o personas, sino una exigencia firme para que Andalucía pudiera ser "como los que más", es decir, no que a Cataluña le quitaran sus derechos logrados en la II República, sino que se reconociera a Andalucía lo mismo. No entraremos en consideraciones históricas y políticas que de entrada debían habernos equiparado, pero en general, lo que se pedía era autonomía para Andalucía porque eso era rechazar un centralismo -político, administrativo, económico, cultural, identitario, social...- que nos mantenía como los últimos de los últimos ya fuese con la monarquía, con la república o con la dictadura... Lo que se pedía eran poder decidir nosotros nuestras cosas, para tener hospitales, escuelas, carreteras, un gobierno cercano que entendiera las necesidades específicas de una tierra históricamente postergada.
En las calles andaluzas de aquel día no había un solo manifestante que clamase por la igualdad fiscal o administrativa entre todos los territorios de España... llámennos insolidarios o egoistas... pero quizá fue la primera vez que pensamos solo en nosotros.
Lo que se demandaba era una autonomía que garantizara el desarrollo de Andalucía, que pusiera fin a años de olvido y que permitiera a los andaluces controlar su propio destino, sin esperar a que Madrid dictara cada movimiento, desde si asfaltaba un camino a si se construía un hospital, desde si se contrataba a un maestro para siete pueblos, o se establecía una universidad.
No pedíamos por los murcianos, ni por los valencianos, ni por los cántabros... pedíamos para Andalucía... pero sin quitarle nada a nadie.
El famoso "café para todos" ni siquiera fue una idea original de su admirado -y mi admirado- Manuel Clavero Arévalo, aunque frecuentemente se le atribuya. Este concepto -más allá de la autoría- fue una estrategia política para diluir y neutralizar lo que el 4D había logrado: la exigencia de un autogobierno real para Andalucía, similar al de Cataluña y el País Vasco (al que legítimamente teníamos derecho). La historia de aquella lucha autonómica no fue sencilla, y se topó con múltiples obstáculos legales y políticos, muchos de ellos provenientes de los mismos partidos centralistas que, en sus sucursales andaluzas apoyaban el artículo 151, pero en Madrid lo rechazaban.
Cuando se produjo el 28F y entramos en aquel bloqueo, y se desbloqueó, hubo que humillar a Andalucía, y entonces llegó el "café para todos". Lo que nosotros ganamos en la calle y en las urnas (en Almería los sies fueron diez veces más que los noes... conviene recordarlo), y luego refrendado en las Cortes Generales en aquel proceso, a otros, a todos los demás, se lo regalaron... el café para todos lo pagó Andalucía.
Presidente, si su intención es emular el espíritu del 4D, no debería convocar a los andaluces contra el pacto fiscal catalán. Lo que Andalucía necesita es una movilización en favor de una financiación justa que responda a las necesidades actuales de nuestra tierra Necesitamos una financiación que, después de más de cuatro décadas de autonomía, nos permita salir del pozo en el que todavía nos encontramos, y que aprovechemos el impulso que sus políticas actuales están imprimiendo para dar un verdadero salto adelante.
Un estudio de la Fundación Centro de Estudios Andaluces revela que el 61% de los andaluces considera que nuestra Comunidad sigue estando infrafinanciada en comparación con otras comunidades autónomas, lo que refuerza la necesidad de una movilización por una financiación más justa.
Aquella manifestación no fue contra nadie, fue por Andalucía, sólo por Andalucía, y nada más que por Andalucía.