Opinión

Cafeína en vena

(Foto: malasombra).
Aixa Almagro | Viernes 30 de agosto de 2024

No es la primera vez que escucho hablar sobre las peligrosas modas a las que se aferran algunos jóvenes en su intento de vivir al límite. Pastillas de colores, globos que producen risa y ahora, como si no fuera suficiente, nos encontramos con una nueva tendencia que me ha dejado perpleja: esnifar cafeína. Sí, lo han leído bien, esta sustancia que muchos de nosotros consumimos diariamente en su forma líquida se ha convertido en una nueva y peligrosa adicción, pero no en su versión habitual, sino en polvo.

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¿Qué nos lleva a esta situación? Hace poco leía un informe de la Agencia del Medicamento de Estados Unidos que indicaba que una sola cucharada de cafeína en polvo puede equivaler a 28 tazas de café. Imaginad ese impacto en un organismo joven, aún en desarrollo, que busca experimentar sensaciones nuevas sin medir las consecuencias. ¿Es que ya no nos basta con una buena taza de café para empezar el día? ¿Hemos llegado al punto en el que necesitamos esnifar esta sustancia para sentirnos vivos?

Me resulta escalofriante pensar que en ciudades como Madrid, Valencia o Sevilla, este fenómeno ya esté haciendo estragos, aunque quiero pensar que en Almería de momento nos libramos de esta estupidez. Y no es solo el hecho de que se esté normalizando el consumo de cafeína en polvo, sino la forma en que se ingiere, buscando simular los efectos de drogas mucho más peligrosas como la cocaína. ¿De verdad hemos perdido tanto el norte?

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Consumir cafeína en estas cantidades y de esta manera puede llevar a un aumento de la frecuencia cardíaca, la presión arterial e incluso a arritmias. Y aún así, parece que estas advertencias caen en saco roto.

Reconozco que aunque soy joven y suficientemente experimentada, me preocupa profundamente hacia dónde nos dirigimos como sociedad. Hemos pasado de disfrutar de un café en buena compañía a convertirlo en una droga recreativa. ¿Qué ha pasado con la educación, con la comunicación entre padres e hijos, con las campañas de concienciación que deberían estar a la orden del día?

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Quizá deberíamos detenernos un momento y reflexionar. No se trata solo de una moda más, sino de un síntoma de algo mucho más profundo. Nuestros jóvenes buscan experiencias, sensaciones extremas, pero ¿a qué coste? Necesitamos urgentemente poner el foco en la prevención, en la educación y en el diálogo, antes de que esta moda cobre vidas.

Esnifar cafeína no es un juego, es un problema grave de salud pública. Como sociedad, es nuestra responsabilidad evitar que esta tendencia se extienda y se cobre más víctimas. Porque la cafeína debería seguir siendo lo que siempre ha sido: una bebida para disfrutar, no una droga que nos destruya.