Opinión

La canción del verano

Tomás Gutier | Jueves 22 de agosto de 2024

Dicen por ahí que hablar de uno mismo en un artículo no está bien visto, pero como se trata de una remembranza, las normas se han hecho para romperlas y uno no está muy enterado de donde se encuentra lo bueno y dónde lo malo, permítanme que en esta ocasión me refiera a una circunstancia personal acaecida hace algún tiempo. Cincuenta años, más o menos.

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Corría el año 1974 y como miembro de un grupo musical llamado Tharsis, recorría durante el verano la península de arriba a abajo y de diestra a siniestra, promocionando una composición grabada con la compañía discográfica Movieplay titulada “¡Ay Amor!”, con la ilusión de convertirla en la canción del verano.

La cosa no marchaba del todo mal, con letra y música de Manolo Díaz, –compositor de “Black is black”, el recordado éxito de los Bravos– la canción iba subiendo puestos en las listas de éxitos, los conciertos en directo daban sus frutos y Movieplay puso todo el interés en promocionar al único grupo “pop” del sello discográfico.

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Como competidores, intentando el mismo objetivo, existía otro grupo almeriense de Cuevas de Almanzora conocido como “Los Puntos” que con su canción “Llorando por Granada”, compuesta por Pepe González-Grano de Oro, guitarra, voz y alma del grupo, estaba teniendo un éxito considerable. Grababan con la compañía Polydor y también contaban con una interesante promoción.

Por aquellos años –yo tenía poco más de veinte– por mis venas empezaba a circular un líquido de color verde y blanco. Sintiéndome el más feliz del mundo cuando en las entrevistas radiofónicas y en los reportajes de las revistas me preguntaban por el origen del nombre del grupo y yo explicaba que Tharsis -o Tartessos- era una civilización que ocupaba el territorio ahora conocido como Andalucía, con miles de años de antigüedad y añadía que, cuando por otros lugares aún vivían en cuevas, la primitiva Andalucía ya se encontraban en la Edad del Bronce, dominando la construcción de enormes barcos, con leyes en verso y una organización social inexistente por otros lares.

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Por entonces poco se podía presumir de Andalucía, pero hablando de historia, sobraba para enorgullecerse y darse postín. Y como la juventud es tan osada como la ignorancia, aprovechaba mis escasos conocimientos, sabiendo que el que tenía enfrente desconocía mucho más que yo.

Pasó el verano y nunca me atreví a confesarle a mis compañeros que la canción de “Los Puntos” me gustaba más que la nuestra. Nosotros duramos poco tiempo, por eso me alegra mucho conocer que el grupo almeriense –a sus setenta y tantos años– aún siguen en la brecha, o sea en lo alto de un escenario, ojalá continúen así, con fuerza y con ganas, muchos años más.

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Por cierto, se me olvidaba, ni ellos ni nosotros nos comimos un rosco. La canción más escuchada en aquel verano del 74 –¡madre de mi alma, cincuenta años!– fue la improvisación titulada “Entre dos aguas”, de un guitarrista que comenzaba a descollar llamado Paco de Lucía “inspirada” en el éxito “T’estoi amandu locamenti”, de un dúo conocido como “Las Grecas”, que, en realidad, fue canción de verano, otoño e invierno y ha quedado en nuestra memoria.


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