Opinión

Previsible balance de Feria

(Foto: malasombra).
Rafael M. Martos | Domingo 25 de agosto de 2024

En cada agosto, la Feria de Almería resurge como un ritual inquebrantable, trayendo consigo la misma previsible secuela: los balances municipales. Este ciclo, repetido año tras año, podría considerarse un ejercicio casi teatral, donde los actores principales—el gobierno y la oposición—interpretan papeles tan conocidos que sus discursos podrían predecirse con meses de antelación. Esa frase de "cada cual cuenta la feria según le va en ella", puede tener una versión más política, que podríamos concretar como "nada hay más previsible que un balance de la feria".

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Aún antes de que se convoquen las habituales ruedas de prensa, ya es posible anticipar lo que cada partido dirá. Los socialistas, por ejemplo, probablemente señalarán las carencias de la Feria, criticando la escasa presencia de casetas, la supuesta falta de seguridad, y una omisión histórica en el acto de Los Coloraos: la ausencia de los himnos liberales como el de Riego y la Marsellesa, símbolos que recuerdan la lucha contra el absolutismo. Además, aprovecharán para acusar al equipo de gobierno de convocar un pleno durante la feria para aumentar el precio del agua, intentando que la medida pase desapercibida.

Por otro lado, el Partido Popular, actualmente en el poder, responderá en su habitual tono de defensa, destacando la alta participación en la Feria, la cual atribuirán a una serie de conciertos exitosos. Sin embargo, es probable que sus críticos insistan en que estos eventos habrían atraído a multitudes incluso sin la Feria como telón de fondo. Además, el PP contraatacará a las críticas del PSOE, señalando la contradicción de quejarse por la falta de casetas cuando el propio partido no montó la suya, y restará importancia a la controversia sobre los himnos, sugiriendo que si esa es la mayor queja, entonces la Feria fue, en términos generales, un éxito.

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Dicho de otro modo, a modo de resumen, a modo de balance... "la mejor Feria de Almería en las últimas décadas" frente a "la peor Feria de Almería de la historia".

Pero más allá de la disputa política, surge una reflexión personal que muchos almerienses podrían compartir: la sensación de que las ferias han perdido su sentido en las grandes ciudades. En épocas pasadas, estos días festivos eran un oasis entretenimiento en un año de rutina. Las ferias traían espectáculos que, de otro modo, no se podían ver en la ciudad: teatro, cine, conciertos... eran eventos que reunían a los vecinos y a los visitantes, y a los emigrantes que retornaban para esas fechas, en las que también la religiosidad tenía su espacio.

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Hoy, en cambio, vivimos en un mundo donde todo está al alcance de la mano durante todo el año... hasta la religiosidad... porque llevamos un año con procesiones una semana sí, y la otra también. El cine, los conciertos, las competiciones deportivas y las fiestas nocturnas ya no son exclusivas de la Feria; forman parte de la vida cotidiana. En este contexto, las ferias en general, se perciben como algo anacrónico, una tradición que sigue existiendo más por inercia que por relevancia.

¿Tiene sentido mantener viva una tradición que ya no ofrece nada nuevo? Tal vez, lo que hace falta no es eliminar la Feria, sino reinventarla. Volver a dotarla de una identidad que la distinga del resto del año, que la haga especial, que recupere esa magia que en algún momento tuvo y que ahora parece haberse perdido en medio del bullicio de lo cotidiano.

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Según datos recientes, la participación en eventos tradicionales como las ferias ha disminuido un 15% en las últimas dos décadas, mientras que el interés por actividades culturales contemporáneas ha aumentado un 25%, lo que refuerza la necesidad de replantear estas festividades.


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