Opinión

Las manos que tienen las armas

(Foto: malasombra).
Aixa Almagro | Miércoles 05 de marzo de 2025

No sé si en Almería hay más o menos afición a la caza, pero desde luego no es un lugar tan inseguro como para ir armada, por mucho que el Viejo Oeste sea lo que nos convirtió en referencia internacional cinematográfica. Sin embargo, al revisar los últimos datos sobre las licencias de armas en España, no puedo evitar sentir una mezcla de asombro y preocupación. En nuestro país, hay 1.436.865 licencias de armas, pero solo el 4% de estas son de mujeres, una cifra que no supera las 60.000. En Andalucía, mi tierra, se concentran más de 620.000 de las armas registradas, más que en cualquier otra comunidad autónoma.

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Me pregunto, ¿qué significa este abismo en la proporción de licencias entre hombres y mujeres? Es difícil no ver aquí un reflejo de las tradicionales divisiones de género, que se arrastran hasta el presente, donde las armas siguen siendo consideradas en gran medida un dominio masculino. La caza, el tiro deportivo y la defensa personal, razones habituales para tener un arma, parecen estar envueltas en una narrativa de masculinidad que excluye, consciente o inconscientemente, a la mujer.

Otro dato que me llama la atención es la edad de los titulares de estas licencias. Casi la mitad tienen entre 50 y 69 años, lo que sugiere que, quizás, el manejo de armas sigue siendo un hábito arraigado en generaciones mayores, mientras que los jóvenes parecen estar más alejados de esta práctica. Solo unos 4.300 adolescentes entre 14 y 17 años tienen licencia, una cifra que, comparada con las 92.000 licencias en jóvenes de 18 a 29 años, refleja una tendencia descendente en la adquisición de armas a medida que pasan los años.

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Sin embargo, también hay un rayo de esperanza en estos números: en 2023 se destruyeron más de 90.000 armas en España. Cada una de esas armas representa una posibilidad menos de violencia, una vida más segura, y eso es algo que todos deberíamos celebrar. Cataluña, Andalucía y la Comunidad Valenciana lideraron en este proceso de destrucción, y me enorgullece saber que mi comunidad está a la vanguardia en esta lucha por un futuro menos armado.

Pero, ¿es suficiente? Cuando veo que en Andalucía se conservan más de 600.000 armas, me surge una inquietud. ¿Qué futuro queremos construir en esta tierra? Un futuro donde las armas sigan siendo parte de la identidad cultural, o uno donde apostemos por una sociedad más pacífica y menos armada.

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Quizás sea hora de replantearnos la relación que tenemos con las armas. No se trata solo de un debate sobre seguridad o derechos, sino sobre los valores que queremos transmitir a las generaciones que vienen detrás.

La próxima vez que pasee por los campos almerienses, probablemente lo haré con una nueva perspectiva, pensando no solo en el paisaje que me rodea, sino en lo que estos datos reflejan sobre nosotros como sociedad. ¿Podemos imaginar un Almería, una Andalucía, una España donde las armas sean cada vez menos necesarias? Quiero creer que sí. Y esa, creo, es la reflexión que todos deberíamos hacernos.


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