Siempre he tenido a las charangas como ese instrumento musical imprescindible para divertirse en las fiestas populares, en las que se nos han hecho populares. Sobre todo, cuando el calor y la cerveza mandan a esas horas del mediodía. Si les soy sincero, y a pesar de que creo tener buenos amigos y grandes músicos entre las mismas, no les había dado la importancia que cómo creadores de música son capaces de ofrecer. Su música era para divertir, sin pensar en nada más, no están buscando otra alternativa en los que los escuchan y a los que divierten, era lo que creíamos.
Todos nos caemos alguna vez del guindo, y a mí me ocurrió el pasado 28 de agosto, festividad de San Agustín, fecha que procuro pasar en la plaza nueva de Mojácar desde hace algunos veranos, querencia que viene de lejanos y a veces olvidados años.
Estaba anunciada la charanga los Chorreones, con ese nombre no hacía falta que nos dijeran cuál era su procedencia, Sorbas la de los “chorreones”, hoy habría que añadir y sus magníficas cuevas. Alegría no le faltaba los integrantes, sonido tampoco y las músicas escuchadas en casi todas las charangas conocidas en nuestra provincia. Pero, no todo iba a quedarse en lo ya conocido, saboreado y disfrutado. ¿Fue una sorpresa? Algunos lo vimos así. No nos lo esperábamos en los Chorreones, y los sentimientos se elevaron ante estos vecinos de Sorbas.
El tema musical fue compuesto en la década de los ochenta, presentado en el 81, un año antes de que se muriera su autor. Más de cuarenta años después seguimos uniendo nuestras voces a la de Enrique Salazar y sus hermanos, cómo hacíamos el jueves en Mojácar, tras el paso por la plaza de la imagen de San Agustín, y diera permiso el santo para abrir el grifo de la cerveza.
La charanga Los Chorreones de Sorbas, que nos haría cantar el chocolatero a lo largo de su intervención, que nos hizo reír, jugar y bailar con ellos, también consiguió algo a lo que no estábamos acostumbrados: Nos hizo cantar una de las canciones más hermosas de los Chunguitos. Y lo hicimos olvidando por tres minutos que eran las fiestas de Mojácar y que la diversión era lo que nos había unido en aquella mañana con un porrón de cerveza a la mano. Ellos también lo hicieron, se pusieron serios, y nos ofrecieron una gran versión de: Me quedo contigo.
Aquella canción de los Chunguitos que comienza diciendo: Si me das a elegir…(para acabar siempre con un): Me quedo contigo. Fue uno de esos momentos que marcan una fiesta, que despiertan viejas ilusiones, añoranzas de amores perdidos, y que hizo grande a una charanga que nos decía que no solo de Paquito el chocolatero se vive. Y así fue, esos tres minutos se convirtieron en la hermosa isla donde se sumergieron los sentimientos de cientos de personas que vivían las fiestas de Mojácar.
Uno se alegra al comprobar que, tras la alegría de una charanga, tras el sonoro ruido de sus instrumentos, existen unos músicos tan grandes como el ficus que da sombra y cobijo en la plaza del ayuntamiento mojaquero: Así lo demostraron los Chorreones de Sorbas.