Opinión

El pregón al Cristo de la Luz

(Foto: malasombra).
Juan Torrijos Arribas | Miércoles 04 de septiembre de 2024

Resulta cuando menos paradójico escuchar la voz de un socialista, José María Martín, hablando del Cristo de la Luz, del recogimiento que ofrece su imagen, de lo divino de su rostro, de la fe que despierta, de ese caminar de jóvenes y no tan jóvenes en la peregrinación que nos trae ante tu figura. De la reflexión a que nos debe llevar su vida. Que sea nuestro guía, y que construyamos una comunidad unida y llena de esperanza. Humilde y rendido, como un devoto más, me postro ante el Cristo de la Luz.

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Me he tragado la casi media hora del pregón.

El hombre que nos ha venido tomando el pelo a los almerienses con las fechas del Ave, se tornaba ante el Cristo de la Luz en una alma pura, limpia. Una voz clara y cristalina hablando de sentimientos hacia el Cristo de Dalías. Un cristiano por el socialismo nos hablaba de una comunidad unida y llena de esperanza, que gran diferencia ante el hombre que le paga al final de mes, del que es su portavoz por estas tierras, y que anda en la dura división de las regiones de España. No sé si Pedro Sánchez va a escuchar o leer el pregón de su delegado en Almería, pero es de imaginar que, de hacerlo, podrá decir aquello de: Otro al que no le importa contarle al pueblo lo que sea, bien desde un despacho político, bien desde el púlpito de una iglesia.

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Imagino a don José María preparando el discurso, y ese doble que todos tenemos dentro haciéndose dueño por unos minutos de sus palabras, y dejando caer sobre la blanca cuartilla querencias vividas en sus años de infancia, y olvidadas después en los de la militancia socialista. ¿Cristiano por el socialismo, don José María? No se entiende de otra manera el pregón y las palabras que contiene. No digo que no fueran sinceros los sentimientos que fue ofreciendo a los devotos que lo seguían en directo o que lo han vivido, como es mi caso a través de las redes, y que tuvieron que formar parte en algún momento de su vida, pero no deja de ser difícil de creer que lo estuviera diciendo un político, portavoz de Pedro Sánchez, hombre que se mueve solo por sus intereses particulares, no siempre claros, y al que se le debe total y absoluta obediencia.

Estoy por la labor de creerme la sinceridad de las palabras del señor Martín en Dalías, que el hombre sentía lo que decía ante el Cristo de la Luz, pero luego escucho su voz desde el salón de la calle Arapiles, le oigo hablar del Ave y de las desaladoras, de las obras abiertas, de las prometidas y de los millones invertidos por su jefe en Almería, y llego a la conclusión de que este hombre se tendría que haber metido a cura. Suena más sincero cuando habla de las cosas de Cristo, que cuando lo hace de las de Pedro Sánchez. Está claro que equivocó la carrera. Suena usted bastante mejor, más sincero desde la iglesia de Dalías, ante los pies del Cristo de la Luz, pero cuando vuelve al mundo de la política, a sus palabras se las lleva el viento de ese relato impuesto por su partido y por la hipocresía de su jefe de partido.


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