Opinión

Los hosteleros de Almería salvan el verano

(Foto: malasombra).
Rafael M. Martos | Sábado 14 de septiembre de 2024

El verano de 2024 ha dejado un sabor agridulce para los hosteleros de Almería, si nos atenemos los datos aportados por su presidente, Pedro Sánchez-Fortún. Si bien es cierto que las cifras de ocupación hotelera han sido positivas, alcanzando un 90% en las principales zonas turísticas, el sector ha detectado señales que invitan a la reflexión y, en algunos casos, a la preocupación.

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Al analizar los datos de la temporada, es evidente que la provincia ha logrado sostenerse como un destino turístico atractivo, en línea con lo observado en 2023. Esto no es un logro menor, considerando el contexto económico actual y los retos que enfrenta la industria turística a nivel nacional. Sin embargo, más allá de los números de ocupación, se esconde una realidad menos halagüeña: un turista más cauto y, en consecuencia, una hostelería que ha visto frenado su dinamismo.

La afluencia de visitantes ha permitido salvar la temporada, pero el gasto por parte de estos ha sido contenido, una tendencia que se ha manifestado con claridad en bares y restaurantes. Esta prudencia en el consumo se ha atribuido, acertadamente, a la inflación persistente que afecta a la economía española. El alza de precios en alimentos, energía y productos básicos ha empujado a muchos turistas a apretarse el cinturón, lo que ha repercutido en el sector hostelero que, pese a la buena ocupación, ha registrado un descenso en sus ingresos.

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Este fenómeno no puede ser ignorado. La hostelería es un pilar fundamental de la economía almeriense, y la dependencia del turismo español que supone alrededor del 70%, especialmente del turismo familiar, hace que cualquier cambio en los hábitos de consumo se sienta con fuerza en la provincia. La preocupación de ASHAL es comprensible: si la tendencia se mantiene y los turistas continúan ajustando su gasto, el impacto en la economía local podría ser significativo.

Frente a este panorama, los hosteleros de Almería deben mirar hacia adelante con una estrategia clara. Es imperativo que se redoblen los esfuerzos para fidelizar al turismo del resto de Andalucía y de España. Este verano ha demostrado que, si bien el destino sigue siendo atractivo, la capacidad de gasto de los turistas es volátil y puede variar significativamente en función de la situación económica, que ha llegado al 12% de inflación en junio pasado.

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Además, la provincia enfrenta otro desafío estructural que no debe pasarse por alto: la falta de buenas comunicaciones aéreas y ferroviarias. Esta carencia limita el acceso de turistas internacionales y deja a Almería demasiado dependiente del mercado nacional. Mejorar las conexiones de transporte no solo diversificaría la base de turistas, sino que también podría ayudar a amortiguar los impactos de futuras crisis económicas.

Aunque los hosteleros de Almería han logrado salir bien parados de este verano, el camino hacia la consolidación de un turismo fuerte y resiliente requiere una visión a largo plazo que aborde tanto las necesidades de fidelización como las mejoras en infraestructura. La inflación, el cambio en los hábitos de consumo y la dependencia del turismo nacional son señales que invitan a la acción. Es momento de que Almería no solo mantenga, sino que refuerce su atractivo turístico, asegurando que las temporadas futuras sean tan exitosas como, si no más que, la que acaba de concluir.

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