El pasado domingo Alboloduy se convirtió en el epicentro del vino almeriense con la celebración de "La Pisada de la Uva". Si hay algo que me encanta como periodista es poder vivir momentos como este, donde la tradición se mezcla con la innovación y, sobre todo, donde el buen vino une a las personas.
Al llegar al pueblo, ya se respiraba un ambiente festivo. Las calles estaban adornadas de un modo festivo y los aromas de la vendimia llenaban el aire. Hablé con Antonio, un chico joven que es de allí, y que no es bodeguero ni nada parecido, sí que sabe mucho del tema, y por tanto me pasé casi toda la jornada con él y sus amistades. Me comentó con orgullo que este año habían producido 40.000 botellas en una bodega local, y que ya las colocaban en toda Andalucía y más allá. ¡Qué delicia!
Lo que más me impresionó fue escuchar sobre cómo la altitud de la sierra influye en el sabor del vino. Las noches frescas ayudan a que las uvas mantengan su acidez y aroma, me explicaba Antonio mientras gesticulaba entusiasta. Sin duda, esta es una lección que no se aprende en los libros; hay que vivirla.
La fiesta no solo celebró lo local; también invitó a una bodega de la Comarca de los Vélez, lo que enriqueció aún más la experiencia. Me encontré charlando con Laura, una enóloga apasionada que por primera vez pasaba por Alboloduy, y me habló de las variedades nuevas y métodos sostenibles que estaba utilizando el sector y tenía interés en conocer como lo estaban haciendo en este pueblo almeriense, decía con una sonrisa radiante. Su entusiasmo era contagioso y me hizo reflexionar sobre cómo el sector vitivinícola está evolucionando en nuestra provincia.
Pero La Pisada de la Uva no fue solo un evento para degustar vinos; era un espacio donde aprender sobre las distintas variedades y técnicas de producción. Participé en una cata guiada donde descubrí sabores y aromas que jamás había imaginado. Desde notas afrutadas hasta toques terrosos, cada sorbo era un viaje sensorial.
Lo mejor de todo fue ver cómo esta fiesta ha logrado atraer tanto a vecinos como a visitantes curiosos por conocer los sabores auténticos del sur de España. En un rincón del pueblo, escuché risas y música folclórica mientras grupos de amigos brindaban con copas tintas alzadas al cielo azul.
La Pisada de la Uva se ha consolidado como un revulsivo cultural y económico para Alboloduy, demostrando que el vino puede ser mucho más que una bebida; es un símbolo de identidad, tradición y comunidad. Así que si algún día tienen la oportunidad de visitar este pequeño pero encantador pueblo almeriense durante su vendimia, no duden en hacerlo. Porque aquí, cada copa cuenta una historia y cada sorbo es un brindis por nuestras raíces. ¡Salud!