Opinión

"Duérmete, niño, duérmete ya"... pero a qué precio

(Foto: malasombra).
Aixa Almagro | Miércoles 30 de octubre de 2024

Como tía de unos sobrinos que parecen tener un pacto con Morfeo para no dormir, he visto de todo en el mundo del sueño infantil. Desde los llantos desgarradores a las risas contagiosas durante la hora de dormir, hasta esos momentos en los que uno se siente más como un cuidador de cabras en la Sierra de Alhamilla que como una persona civilizada. Pero hay algo que me inquieta más que cualquier travesura nocturna: la creciente moda de usar melatonina.

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Sí, esa sustancia que promete ser la solución mágica para las noches de insomnio infantil. En lugar de contar ovejas o hacer malabares con cuentos interminables sobre dinosaurios, ahora muchos padres recurren a este suplemento nutricional. Y claro, en un país donde conseguirlo es tan fácil como comprar unas gominolas en el supermercado, no es raro ver cómo se ha convertido en el "must-have" del botiquín familiar.

Pero aquí está el dilema: ¿realmente sabemos lo que estamos haciendo? La melatonina puede parecer inofensiva, pero su uso indiscriminado puede traer consecuencias inesperadas. Los expertos han comenzado a alzar la voz ante los primeros casos de intoxicación en niños. Y yo me pregunto: ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar por conseguir una noche de paz?

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En Almería, donde las noches son cálidas y las estrellas brillan más intensamente que en cualquier otra parte, deberíamos aprovechar ese ambiente mágico para crear rituales de sueño saludables. En lugar de recurrir a pastillas o gominolas, ¿por qué no leer un cuento bajo el parral mientras escuchamos el murmullo del agua del río Andarax? O simplemente dejar que nuestros pequeños se cansen jugando al aire libre hasta caer rendidos.

No tengo hijos propios, pero mis sobrinos son mi debilidad y me preocupa su bienestar. No quiero verlos depender de un suplemento para dormir cuando hay tantas alternativas naturales y enriquecedoras a nuestro alrededor. Deberíamos ser conscientes de lo que les damos y cómo eso puede afectar su desarrollo a largo plazo.

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Así que sí, entiendo la desesperación de los padres; todos hemos estado allí. Pero antes de abrir esa botella de melatonina o darle esas gominolas coloridas como si fueran caramelos mágicos, pensemos dos veces. Tal vez sea mejor abrazar el caos nocturno y encontrar formas creativas para ayudar a nuestros pequeños a encontrar su propio camino hacia el sueño sin atajos peligrosos.

Al final del día, lo que realmente importa es construir recuerdos juntos y enseñarles a disfrutar del descanso sin depender de soluciones rápidas. Así que la próxima vez que escuche "Duérmete, niño", recordaré también la importancia de cuidar lo que realmente importa: su salud y su felicidad. ¡Y quizás un buen café al amanecer tampoco vendría mal!


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