No le voy a negar a Pedro Almodóvar una gran inteligencia a la hora de hacer cine, te gusten más o menos sus películas. No se puede satisfacer a todo el mundo todo el tiempo. Ya lo dijo otro. Lo que no se entiende en un hombre inteligente, y Pedro lo es, ahí están sus éxitos cinematográficos, sus números bancarios aquí y fuera de aquí, que siempre suelen dar muestra de los triunfos logrados, así como los premios obtenidos, y aún nos acordamos de aquel grito: ¡Pedro! que dio una noche Penélope (no la de la canción de Serrat ¿o sí?), al nombrar como ganador de un Oscar a su Pedro Almodóvar de su alma.
Listo como él solo. Y su voz se escucha, lo mismo que su cine se aprecia, cierto que más bien en un sector de la sociedad española. Hay otra parte que no está muy por la labor de cantarle las excelencias al director manchego. En una declaraciones mientras promociona su última película hablaba de la inmigración y de Pedro Sánchez. Nada que objetar a lo por él manifestado, es muy libre de decir lo que quiera, le dé la gana y de amar a quién le parezca oportuno (hombre o mujer), lo de hacer uso de nuestro libre albedrio es algo que todos deberíamos efectuar habitualmente.
Pero en estos días ha manifestado algo con lo que no puedo estar de acuerdo. Pidió la eutanasia general, que una ley la hiciera obligatoria para todos los ciudadanos, y me va a perdonar el manchego de Ciudad Real, pero no estoy de acuerdo con él. Me parece perfecto que diga que él prefiere, llegado el momento, una eutanasia y no seguir con una vida en según qué circunstancias. Perfecto. Quiere la eutanasia, la pide, sus familiares le avalan, las autoridades médicas lo certifican y al reino de los cielos. No creo que él esté pensando en el reino de los cielos, vale, pero si le toca, que San Pedro lo reciba con algunas de sus películas en las manos, lo siente en un cómodo sillón, y pase el resto de su existencia en los reinos de Dios viendo sus películas una y otra vez. Eso más bien parece una condena.
A los demás que nos deje en paz y que se dedique a lo suyo, al cine con sus chicas. Que la eutanasia sea una manera libre de pedir seguir o no por esta tierra, pero que no pueda un loco político legislar sobre la muerte. Y menos por obligación. Conociendo a los que nos han tocado en suerte, miedo hay que tener a lo que son capaces de hacer, si encima cuentan con famosos, caso de Almodóvar y otros ínclitos, que les cantan las ocurrencias, las aplauden y las bailan como suyas, más vale que nos vayamos amarrando los machos. Pues saben lo que les digo: que la bailen entre ellos, pero que a los demás nos dejen fuera de ese maldito vals en el que quieren convertir nuestros últimos días por estas tierras. El día que nos toque, pero no antes porque lo quieran estos pingüinos de mal agüero.