En la entrevista de Rafa Martos al secretario provincial del PSOE, Juan Antonio Lorenzo, hay una indeleble carencia de dignidad política. Esa indignidad política aflora por la vergonzante e innecesaria pleitesía, loa, ditirambo, sumisión, ensalzamiento, oda y culto al líder supremo. El chorreante caudal de laudatoria ya lo querría para sí el amado líder norcoreano. Ya sólo falta la égloga pastoril, en floreado ámbito bucólico, para una pastueña deferencia que dista muy poco del arrumaco y el ronroneo. ¡Ah, oh, uf! En fin.
“El AVE lo tendremos cuando terminen las obras”. Así lo sentencia el líder del socialismo almeriense. También podríamos aseverar que el partido lo ganaremos cuando termine con goles a nuestro favor. Es como si se dirigiese a tontos de babero, a niños, a mermados o a tarados. Es ese niño pelmazo que no para de preguntar ¿cuánto falta, cuánto falta, cuánto falta…? Y el conductor responde, hastiado, ¡cuando lleguemos no faltará nada!
Salvando las distancias artísticas e intelectuales, el papa Julio II insistía a Miguel Ángel “¿Cuándo terminarás de pintar?” y Miguel Ángel respondía a Su Santidad “¡estará terminada cuando termine!”. Y Así se reproducía esta insistente interpelación; siempre respondida con la irreverente displicencia del inigualable genio florentino.
Juan Antonio Lorenzo se sacude la exasperación de estos indígenas almerienses con que “el AVE lo tendremos cuando terminen las obras”. Qué más da para si para el veintiséis o el veintiséis y medio… Es insultante y lacerante, pero esto no es nuevo. Años atrás, cuando tuvimos que esperar ¡casi once años! Para poder tener la A-92, Manuel Chaves acudió a la inauguración y, a preguntas de la prensa sobre la larga espera, Chaves respondió al desprecio y al soslayo: “No enturbiemos la importancia de este gran día para Almería”. Igualmente, con motivo de la colocación de la primera tubería del trasvase del Ebro, Chaves reiteró el ripio con “Tan importante es esta primera como la ultima tubería para Almería”. Inmediatamente, Zapatero derogó el PHN y el trasvase, y los súbditos indígenas se apresuraron a sentenciar que “el trasvase era una burra muerta”.
Es una pena que los dirigentes socialistas no se prodigasen mucho más en entrevistas, tertulias y comparecencias ante todos los periodistas y todos los medios de comunicación. Ahora se entiende esa antidemocrática tendencia hacia la censura de medios y las negativas a las respuestas que plantean preguntas incómodas. La mediocridad y el zafio desparpajo es la respuesta que, con indisimulada disciplina, consigue el asentimiento de cierto periodismo. Todo aquello que suponga evidenciar la mediocridad de estos políticos es considerado subversivo, facha, bulo, etc.; así, con estas exhibidas mermas, es lógico que eviten, censuren y acoten su escenario a las dimensiones de sus penosas limitaciones. Pero lo más lamentable es el aplauso de una concurrencia que aplaude con el orgullo de abanderar la crítica más sobrecogedora.