La última sesión de control al gobierno ha sido, sin lugar a dudas, un espectáculo digno de un circo. Y no me refiero a uno de esos circos donde la risa y el asombro son protagonistas, sino a uno instalado en las afueras de la ciudad, en un descampado en el que rompe a llover y lo convierte en un triste y bochornoso lodazal en el que los artistas naufragan ante un público escaso y aburrido.
Después de presenciar este evento, uno sale con una mezcla de decepción y vergüenza ajena, preguntándose hasta dónde estamos dispuestos a llegar en esta pantomima política. Las respuestas brillan por su ausencia y la evasión es el único arte que se exhibe entre los que saltan a la pista.
La estrategia del gobierno de Pedro Sánchez parece haberse consolidado en un mantra repetitivo: "Y tú más". La portavoz del gobierno, Pilar Alegría, inició esta danza hace una semana, desgranando una lista interminable de escándalos y casos pendientes de corrupción del Partido Popular como si eso fuera una respuesta válida a las preguntas que realmente importan. Es como si al señalar con el dedo a la oposición se borraran los propios problemas que acechan al Ejecutivo. Pero claro, aquí nadie quiere asumir responsabilidades; es más fácil hacer malabares con los errores ajenos que lidiar con los propios.
La propia Alegría dijo un día que la estancia del avión venezolado de Delcy Rodríguez era por una "parada técnica", cuando los whasapp de José Luis Ábalos informaban a Sánchez de dicha visita como algo programado. Y oiga, no pasa nada. Como cuando la Audiencia rechaza los recursos contra el juez Peinado, y ella, tan campante, dice que les ha dado la razón... inaudito.
Lo que resulta verdaderamente alarmante es la falta de seriedad en las respuestas. En la última sesión de control, todos los ministros parecían compartir una misma chuleta —o quizás un guion—. Se les veía leer en orden y sin variaciones, repitiendo los mismos nombres y presuntos casos de corrupción del PP, unos juzgados y condenados, otros absueltos, unos de anteayer, y otros de hace dos décadas, como si fueran un mantra sagrado. El PP ya purgó su corrupción pasando a la oposición tras una moción de censura que aupó a Sánchez, pero ahora no hay quien responda por el caso Ábalos, por Koldo, por Air Europa, por Aldama, por Begoña Gómez o incluso por el hermano del presidente, todo quedaba reducido a un simple “y tú más”.
Y por cierto, el "y tú más" lo que refleja es que uno tiene algo, aunque el otro pueda tener más, por tanto, en este asunto, el PSOE debe explicar lo suyo.
El gobierno se presenta como un defensor de la colaboración con la justicia y la transparencia, pero lo cierto es que su comportamiento dice lo contrario, porque ni responden en el Congreso, pero tampoco ante la justicia, porque el presidente se niega a responder al juez Peinado, y además se querella infructuosamente contra él.
La opacidad reina cuando se ignoran las preguntas directas sobre asuntos tan relevantes. Acusar a los medios de comunicación de generar "lodo" es una táctica desesperada para desviar la atención. Pero aquí el verdadero lodo proviene del propio Ejecutivo, incapaz de ofrecer claridad sobre sus acciones, no ya sobre investigaciones periodísticas, sino sobre lo que cuentan de los informes de la UCO, esa guardia civil que cuando apunta que no "no hay caso" con Begoña Gómez, es de indubitada credibilidad, pero si cuenta todo lo que cuenta ahora en el Koldo... solo sirve para que el Gobierno acuse en enlodar a quienes lo publican.
La situación es insostenible. Los ciudadanos merecen un gobierno que rinda cuentas y no uno que se esconda detrás de cortinas de humo construidas con acusaciones hacia otros. Si bien recordar los escándalos ajenos puede ser parte del juego político, lo que realmente necesitamos son respuestas sinceras y soluciones efectivas para los problemas reales que enfrentamos.
Así pues, mientras el gobierno sigue atrapado en su propio lodazal retórico, nosotros nos quedamos aquí, observando cómo el teatro político se convierte en un espectáculo lamentable. Esperemos que algún día alguien decida salir del fango y ofrezca la transparencia prometida; aunque viendo lo visto, no tengo muchas esperanzas al respecto.